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domingo, 22 de mayo de 2016

Bendición para diversas ocasiones


 


Texto comentado

Bendicional:
en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).

 
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial consideración).
Comentarios del blog: azul.
 
El capítulo XLVlll del Bendicional presenta el siguiente rito de "bendición para diversas ocasiones", que puede emplearse, a criterio del ministro sagrado, para aquellas bendiciones que carezcan de formulario propio en este libro litúrgico:


1437. Se ofrece aquí un rito de celebración destinado a santificar con una bendición especial todas aquellas circunstancias de la vida que en los ritos precedentes no se indican de manera expresa (por ejemplo, una reunión de los miembros de alguna familia o grupo para celebrar un acontecimiento determinado, o un conjunto de cosas destinadas a los pobres, etc.). De modo que, cualquier reunión de personas, u objeto, aunque no revistan carácter estrictamente religioso, pueden ser bendecidos, siempre que, por supuesto, no exista una contradicción entre aquello que se va a bendecir y los valores cristianos (Cf. infra, 1438). Este rito, al proponer varios textos de libre elección, puede acomodarse fácilmente a las diversas circunstancias.

1438.
Este rito no pretende en absoluto invalidar los principios. No es conveniente, en efecto, pretextar cualquier motivo (por ejemplo, la erección de un monumento cualquiera, la inauguración de unos instrumentos bélicos recién construidos u otras motivaciones similares) para celebrar una bendición. Cada celebración debe siempre someterse a un ecuánime criterio pastoral, sobre todo si se prevé el riesgo de que tal celebración pudiera causar extrañeza en los fieles o en los demás asistentes.

 Significativa es esta última disyunción, puesto que da cuenta de que no todos los asistentes a estas celebraciones son fieles que asiduamente vivan su fe. Por el contrario, muchos, a veces ni son creyentes. En todo caso, siempre han de ser fraternalmente acogidos.

1439. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, o un laico, con los ritos y preces previstos para el laico; todos éstos, respetando la estructura y sus principales elementos, adaptarán cada una de sus partes a las circunstancias de las personas y del lugar.
RITO DE LA BENDICIÓN

RITOS INICIALES

1440. Reunida la comunidad, el ministro dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

1441. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes diciendo:

Dios, fuente de todo bien, esté con todos vosotros.

U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

1442. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:

Bendigamos, hermanos, a Dios, fuente de todo bien.

Todos responden:

Amén.

Adviértase en este saludo como en todas las fórmulas litúrgicas, el tradicional empleo de la segunda persona del plural gramatical por parte de los ministros ordenados, y de la primera del mismo plural cuando se trata de los laicos.

1443. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Todo lo que Dios ha creado y sustenta, todos los acontecimientos que él dirige con su providencia, así como las buenas obras de los hombres que induzcan al bien, son motivo para que los fieles bendigan, de corazón y de palabra, a Dios, origen y fuente de todo bien. Con esta celebración, nosotros profesamos nuestra fe en el hecho de que a los que temen y aman a Dios todo les sirve para el bien, así como nuestra convicción de que siempre y en toda situación debemos buscar la ayuda divina para que, uniéndonos a la voluntad de nuestro Padre, podamos hacerlo todo para gloria de Dios en Cristo.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

1444.
Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro lee un texto de la Sagrada Escritura.

Col 1, 9b-14: Fructificad en toda clase de obras buenas

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Colosenses.

No dejamos de rezar a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Palabra de Dios.

1445. O bien:

Rm 8, 24-28: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Romanos.

En esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que se ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia. Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

Palabra de Dios.

1446. O bien:

l Tm 4, 4-5: Todo lo que Dios ha creado es bueno

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a Timoteo.

Todo lo que Dios ha creado es bueno; no hay que désechar nada, basta tomarlo con agradecimiento, pues la palabra de Dios y nuestra oración lo consagran.

Palabra de Dios.

1447. Pueden también leerse: Nm 6, 22-27; Dt 33, 1. 13b-16a; Sb 13, 1-7; Si 18, 1-9.

1448. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial

Sal 104 (105), 1-2. 3-4. 5 y 7. 8-9 (R.: 43)

R. El Señor sacó a su pueblo con alegría.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas; R.

gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.

Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.

1449. O bien:

Sal 105 (106), 2-3. 4-5. 45-46. 47. 48

R. (1) Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Sal 106 (107), 2-3. 8-9. 31-32. 42-43

R. (6) Gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.

1450. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

PRECES

1451. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Dios ama todo lo que ha creado y lo conserva con su bendición. Pidámosle ahora que nos imparta su bendición y su consuelo, diciendo:

R. Descienda sobre nosotros, Señor, tu bendición.

Dios eterno, que nos das un sentido más profundo de esta vida, cuando nos sometemos de corazón a tu voluntad,
— dígnate llenarnos de tu espíritu de santidad. R.

Tú que deseas que tus dones se devuelvan multiplicados a ti y a los hermanos,
— acepta el ofrecimiento de nuestra sumisión y de nuestro amor. R.

Tú que nos miras siempre con ojos de piedad,
— escucha la voz de los que esperamos en ti, Señor. R.

Tú que enviaste tu Hijo al mundo para que destruyera la maldición del pecado y nos trajera tu bendición,
— dígnate bendecirnos en su persona con toda clase de bienes celestiales. R.

Tú que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo, que nos hace gritar: «Abbá», Padre,
— escúchanos a nosotros, tus hijos, que reconocemos y ensalzamos tu bondad de Padre. R.

Tú que por la muerte y resurrección de tu Hijo nos has escogido para ser tu pueblo y tu heredad,
— acuérdate de nosotros en nuestras necesidades y bendice tu heredad. R.

El celebrante dice la oración de bendición, como se indica más adelante.

1452. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el celebrante dice:

Oremos.

Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el ministro dice la oración de bendición.

ORACIÓN DE BENDICIÓN

Se distinguen a continuación tres "destinatarios" de la bendición: las "cosas creadas", es decir aquellas que forman parte de la naturaleza tal y como Dios nos las ha entregado; las "hechas por mano del hombre", esto es, las que el ser humano ha elaborado a partir de las creadas; y las "determinadas circunstancias de la vida", o sea, los diferentes acontecimientos sobre los que los creyentes pueden impetrar la bendición de Dios:

1453.
El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice:

1454. a) Para las cosas creadas

Bendito seas, oh Dios, Creador del universo, que hiciste buenas todas las cosas y confiaste la tierra al hombre para que la cultivase; haz que usemos siempre con agradecimiento de las cosas que tú has creado y que, conscientes de que son un don tuyo, sepamos compartirlas con los necesitados, en la caridad de Cristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.


1455. O bien:

Te bendecimos, Señor, Padre santo, por cuya palabra y poder fue hecho todo, y por cuya donación recibimos todo lo necesario para nuestra subsistencia, te pedimos que nosotros, tus fieles, obedeciendo de buen grado a tu voluntad, usemos siempre con agradecimiento de estas criaturas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


1456. O bien:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste al hombre adecuadamente provisto de los bienes de esta vida, para que pudiera aspirar a los dones eternos, atiende nuestras súplicas y concédenos que, fortalecidos con el consuelo de los bienes terrenales, dispongamos de lo suficiente para nuestra subsistencia y alcancemos finalmente la herencia que tú nos prometes. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


1457. b) Para las cosas hechas por mano de hombre

Dios todopoderoso y eterno, que sometiste al hombre el mundo creado para que nos ayudáramos mutuamente por la caridad, dígnate atender a nuestras súplicas, con las cuales imploramos tu bendición sobre los que usarán de estas cosas según su necesidad, para que siempre te reconozcan a ti como el bien supremo y amen a sus hermanos con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R, Amén.


1458. c) Para determinadas circunstancias de la vida

Concede, Señor, a tus fieles encontrar seguridad y riqueza en la abundancia de tus misericordias y haz que, protegidos por tu bendición, se mantengan en continua acción de gracias y te bendigan rebosantes de alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


1459. O bien:

Concede, Señor, que tus fieles, por la fuerza de tu bendición, se dispongan interiormente al bien, para que realicen todas sus obras fortalecidos y movidos por tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


1460. O bien:

Conforta, Señor, a tus fieles con la bendición que imploramos de ti, para que nunca nos apartemos de tu voluntad y siempre podamos agradecer tus beneficios. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


1461. O bien:

Señor, bendice a tu pueblo que espera siempre en tu misericordia y concédele recibir de tu mano generosa todo lo que tú mismo le impulsas a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R - Amén.


1462. O bien:

Señor, que tu pueblo reciba los frutos de tu generosa bendición para que, libre de todo pecado, logre alcanzar los bienes que desea. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


CONCLUSIÓN DEL RITO

La fórmula precedente de bendición realiza un interesante uso del pronombre "todo", a partir de las diferentes funciones gramaticales: como término del complemento preposicional
1463. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito diciendo:

Dios, bendito a través de todo, os bendiga por Cristo en todo, para que todo os sirva para el bien.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R- Amén.

1464. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:

Dios, bendito a través de todo, nos bendiga por Cristo en todo, para que todo nos sirva para el bien.

R- Amén.

1465. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.


22 de mayo de 2016, solemnidad de la Santísima Trinidad. Entrada dedicada a Dios Uno y Trino.


 

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