Buscar este blog

La verdadera Iglesia de Dios...

La verdadera Iglesia de Dios...

Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

estrella-de-navidad-imagen-animada-0041

sábado, 30 de septiembre de 2017

San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia: himnos litúrgicos


Jerónimo (santo) - Wikipedia, la enciclopedia libre


 
 
La Iglesia Universal celebra cada 30 de septiembre la "memoria obligatoria" de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia. El mismo día, la Orden que lleva su nombre lo honra con el grado máximo de "solemnidad". Los siguientes son los himnos propios de dicha Orden (A), seguidos de los de la Orden Cisterciense (B), uno de los cuales (Festiva canimus, de Laudes y Vísperas), está tomado de la versión original en latín de la Liturgia de las Horas para toda la Iglesia:


A)

  
I Vísperas

Honremos hoy a aquel hombre 
que llena siglos de historia. 
Jerónimo fue su nombre 
y eterna es su memoria.

Fue monje, místico, asceta,
en verbo y virtud potente.
Doctor, maestro y profeta
de Oriente y del Occidente.

A Cristo halló en el Madero,
siguió por él sendas duras.
León que adora al Cordero
oculto en las Escrituras.

Fue dique, baluarte y roca,
invicto ante la herejía,
abrió en la Iglesia su boca
llena de sabiduría.

La gloria a Aquel por Quien
dijo palabras que obraron tanto.
 Al Dios Trino, al Padre, 
al Hijo, con el Espíritu Santo.


Oficio de lectura

Exulten de gozo las voces corales,
sus sobrios acentos resuenen a gloria,
honrando a Jerónimo con himnos triunfales,
que en día tan grande colmó su victoria.

Son cuatro los ríos que da el paraíso
y riegan fecundos sus huertos y flores;
se ciñe el gran árbol de tronco indiviso
el más impetuoso de cuatro doctores.

La Iglesia le debe la savia divina
de tantas versiones de Sacra Escritura,
envueltas en ondas de limpia doctrina,
católica y firme, valiente y segura.

La augusta Palabra fue vida en su vida:
¡Oh, Padre... qué austeras tus maceraciones!
Plegaria y ayuno te fueron comida,
atleta de Cristo por generaciones.

Las selvas temían su rostro atezado,
sentían los ángeles que le eran afines.
En tierra desierta cantaba confiado
aquel triple “Santo” de los querubines.

Hagámosle eco con gran regocijo
cantando al Dios Trino, que es Uno en clemencia,
el gloria a Dios Padre, y el gloria a Dios Hijo
y el gloria al Espíritu, Amor por esencia.


Laudes

Gloria a Ti, Cristo, que en Belén un día,
viste llegar en el trobel anónimo
al más amante de tu epifanía,
al gran Jerónimo.

Cual peregrino de tu humilde cuna,
como otro Mago te rindió sus dones,
puso a tus plantas su mejor fortuna,
de corazones.

De tus palabras hizo su riqueza,
máximo en ellas, entre los doctores,
supo igualarse en radical pobreza
con los pastores.

¡Perla preciosa de las Escrituras!
Por adquirirla, sobre todo modo,
y darla al mundo en sus venas puras,
lo vendió todo.

¡Única fuente e indivisa Terna:
Gloria a Ti siempre y que en Ti bebamos
esos raudales de la Vida eterna
a la que vamos!


II Vísperas

Himno como en las I Vísperas


 
B)

Oficio de lecturas

Oh, Espíritu Santo, penetra ahora en lo más
íntimo de nuestro corazón, y concédenos cantar
de modo conveniente a Jerónimo.

Resplandece por el fulgor de su mente;
se consume por el ardor de su corazón:
este astro espléndido ilumina todo el orbe.

Defiende la verdad de Cristo, venera su Pesebre
lleva en el cuerpo su Cruz,
que anuncia por escrito y de palabra.

¿Qué lengua podrá alabarte, oh, Jerónimo, 
o qué palabras bastarán?
Ahora, dichoso, puedes contemplar 
todos los misteriosque explicaste.

Sea dada gloria a Dios Padre y a su Único Hijo
con el Espíritu Consolador, por los siglos de
los siglos. Amén.


Laudes y Vísperas

Celebramos con ánimo festivo a Jerónimo
que brilla semejante a un astro, sublime por
el valor de su doctrina y por la vida valerosa
que llevó.

Se esmeró en escrutar las palabras de la fe,
y los dogmas santos para exponerlos con claridad,
y con la vehemencia de un león refutó rápido
a los herejes, con su enérgica palabra.

Con esfuerzo tenaz, cultivó los verdes prados
de la Escritura divinamente revelada, cosechando
con abundancia para todos los frutos sabrosos de la gracia.

Añoró el grato silencio del desierto y permaneció velando
donde nació el Señor, mortificando su cuerpo para llegar a ser
de verdad ofrenda y víctima para el Padre.

Te pedimos, Dios bueno, que por la intercesión
de tan gran doctor, nos dirijas y nos alientes, para
que podamos entonar jubilosos tu alabanza
por toda la eternidad. Amén.


30 de septiembre de 2017, memoria litúrgica (obligatoria para el Calendario universal, solemnidad para los jerónimos), de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia.
Entrada dedicada a él.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario