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sábado, 2 de febrero de 2019

Presentación del Señor: himnos litúrgicos


 


Cada 2 de febrero, la Iglesia universal celebra la "fiesta" de la Presentación del Señor en el Templo. Se publican a continuación los himnos propios de la versión en latín de la Liturgia de las Horas (A), traducidos al español, seguidos de otros aprobados por la Santa Sede para algunas Conferencias Episcopales hispanohablantes (B):


A)

Oficio de lectura: Legis sacratae

El que desde la Sede del Padre 
rige la corte espléndida de los Ángeles, 
el mismo que estableció el cielo, la tierra y el mar, 
no desdeñó someterse por entero, 
a los preceptos ceremoniales de la Ley sagrada, 
ni a los mandamientos dictados a Moisés. 

Llevando al mismo Dios entre sus brazos castísimos, 
aunque cubierto por el velo de la Carne, 
la Madre bienaventurada, con sus labios, 
cubre de besos la cara de Aquel, que es Dios, y Hombre verdadero, 
a cuya orden fueron creadas todas las cosas.


Él es la Luz que arderá ante la faz de los gentiles, 
el Honor de la raza y del pueblo de Israel: 
El que ha sido puesto como ruina de escándalo 
y salvación de todos los pueblos, hasta que descubran 
los pensamientos de muchos corazones.


Gloria al Padre; por toda la eternidad el honor 
y el poder también al Hijo, la virtud y la honra al Espíritu Santo: 
a Ti, Trinidad indivisa, la alabanza por los siglos de los siglos. Amén.


Laudes: Adorna Sion

Adorna tu tálamo, oh, Sión, que esperas al Señor, 
y acoge al Esposo y a la Esposa, en vigilia de luz y de fe. 

Apresúrate, oh, anciano feliz, y se cumplirá en ti 
el gozo prometido: muéstranos a todos esa Luz, 
que ha de revelarse a los gentiles.


Llevan los padres a Cristo y, en el templo, 
ofrecen al Templo, al que, sin deber nada a la ley, 
quiso someterse a ella.


Ofrece ya a tu Niño, oh, Bienaventurada, 
al que es Unigénito del Padre: 
a Aquel, a través del cual somos ofrecidos, 
y que es el Precio de nuestra Redención.


Avanza, oh, Virgen Reina, y presenta a tu Hijo, 
ya Víctima que, porque viene a salvar a todos, 
a todos invita a la alegría.


Para Ti, Señor, toda la gloria, 
que Te has revelado a las naciones, 
con el Padre y el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.


I (si la fiesta cae en domingo) y II Vísperas: Quod chorus

Lo que antaño predijo, lleno del Espíritu Santo, 
el coro venerable de los Profetas, 
aparece ahora cumplido en María, la Madre de Dios.
 
Ella que, siendo virgen, concibió, y, virgen, dio a luz, 
al que es Dios del Cielo y Dueño de la tierra, 
permaneció también purísima después del parto.


En el Templo del Señor, el anciano Simeón, 
Lo tomó entre sus brazos, complacido 
de poder ver a Cristo con sus propios ojos, 
según había sido su deseo.


Tú, Madre del Rey eterno, que derramas el don luminoso 
de la gracia de tu Hijo, acoge benévola, 
los deseos de los que te suplican.


Oh, Cristo, que, siendo el Esplendor del Padre eterno, 
nos descubres la hondura de sus misterios, 
haz que podamos cantar para Ti el himno de la alabanza 
en aquella Mansión de luz inextinguible. Amén.



B)

Oficio de lectura

En el Templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.

Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.

Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alhelí,
dijera, -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.

Ya ha cesado la nevada;
y el Niño, tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
¡ay!, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos
como si Él no fuera nieve.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
 

O bien:

Criaturas, alegraos,
pues la Salud nos llega:
el Redentor del hombre,
Señor de cielo y tierra.

María, Toda Gracia,
abre a Cristo la puerta:
pasa el Rey, y cerrada
eternamente queda.

La Madre es todo gozo,
el hombre es todo espera,
y Cristo presentado
de gracia al mundo llena.

Honor y gloria a Cristo,
a Quien el Padre engendra,
y por el Santo Espíritu
da a luz una Doncella. Amén.
 


Laudes

Iglesia santa, Esposa bella,
sal al encuentro del Señor,
adorna y limpia tu morada
y recibe a tu Salvador.

Abre tus brazos a María,
Virgen Madre del Redentor,

Puerta del Cielo siempre abierta
por la que vino al mundo Dios.

¿A Quién sostienes en tus manos,
dinos, anciano Simeón,
por qué te sientes tan alegre?

«Porque ya he visto al Salvador.
Este Niño será bandera
y signo de contradicción,
con su Muerte, traerá la Vida,
por la Cruz, la Resurrección.»

Jesús, el Hijo de María,
es el Hijo eterno de Dios,
la Luz que alumbra a las naciones
los caminos de salvación.

La Virgen Madre ofrece al Niño
como una hostia para Dios;
la espada de la profecía
atraviesa su corazón.

Honor y gloria al Padre eterno,
al Hijo eterno que engendró,
y que, por obra del Espíritu,
de la Virgen Madre nació. Amén.
 

O bien:

Estás aquí, Señor, bien lo proclaman
los justos que de siempre han esperado
estar cerca de Ti, porque te aman
y luchan por el mundo que has salvado.

Estás aquí, mi Dios, humilde hermano,
Presencia ante mis ojos revelada,
Salvador eternal del pueblo humano,
Luz de la Luz que brilla en tu mirada.

Bienvenido, Mesías esperado;
que deje el corazón toda amargura
porque Dios, siendo Dios, nos ha salvado
en locura de amor y de ternura.

Demos gracias al Padre que ha querido
darnos el Hijo eterno y bien amado,
todo el pueblo de Dios Le cante unido
al Fuego del Amor que Lo ha engendrado. Amén.

 


II vísperas

De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.

Cuando del oriente salió
el sol dorado,
y otro Sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la Estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.

«Hermosa María
-dice el sol, vencido-,
de vos ha nacido
el Sol que podía
dar al mundo el Día
que ha deseado.»

Esto dijo, humillado,
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.

Al Padre y al Hijo
gloria y bendición,
y al Espíritu Santo
por los siglos honor. Amén.


2 de febrero de 2019, fiesta de la Presentación del Señor.
Entrada dedicada a la Sagrada Familia de Jesús, María y José, y a los santos profetas Simeón y Ana.

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