El 13 de febrero es el "día del nacimiento" (en latín se dice dies natalis) de Lucía Dos Santos, la pastorcita que, junto asus dos primos Francisco y Jacinta, vio a la Virgen de Fátima (en la foto de arriba Lucía está junto a San Juan Pablo II, el Papa polaco). Recordemos, de paso, que dies natalis se le llama al de la muerte terrena de los santos, pues es entonces cuando "nacen" a la Vida sin fin en el Cielo.
Como homenaje a Sor Lucía, comparto con ustedes una síntesis de la historia de estas famosas apariciones. Me pidieron que la redactara para una publicación infantil. De ahí su lenguaje sencillo y coloquial:
S.S. Francisco ante la Virgen de Fátima |
Viaje al Corazón de una Madre
Uno de los dones más hermosos que
Dios hace a cada hombre es la mamá que les da la vida.
Y el regalo más bello que el
Señor entrega a todos los hombres es su propia Madre, la Virgen María. Ella
acompaña siempre a sus hijos por el camino de la vida.
Como cualquier madre, pero con
más amor que todas, a veces nos advierte sobre algún peligro; en otras
oportunidades nos aconseja, o hasta nos reprende con dulzura. Está siempre a
nuestro lado, para que no nos sintamos solos, y no deja de hablarnos al
corazón.
Así ocurrió en el año
1917, en un lugar llamado Cova de Iría (Fátima, Portugal).
Eran tiempos de la Primera Guerra
Mundial, cuando la Dulce Madre del Señor, conmovida por el dolor de sus hijos,
se manifestó a tres humildes pastorcitos que cuidaban de sus ovejas en el campo:
los hermanos Francisco y Jacinta, y su prima Lucía.
En las apariciones, que
ocurrieron todos los días trece, desde mayo hasta octubre, la Virgen pidió a
los niños que ofrecieran sus sufrimientos y que rezaran mucho, particularmente
el Rosario, a fin de que terminara la guerra y los pecadores volvieran su
corazón a Dios.
Les dijo que rezaran en especial
por el Papa, el cual estaba sufriendo mucho por todo lo que sucedía en el
mundo.
Les pidió que rogaran también por las Almas
del Purgatorio, es decir las de los difuntos que aún no habían llegado al
Cielo, y que estaban deseosos del encuentro definitivo con Dios.
Les encomendó además que dijeran
al mundo que la última oportunidad que Dios ofrecía para que todos se salvaran,
era el Corazón Inmaculado de su Madre. Todos debían refugiarse en este Corazón
materno, y hallarían misericordia.
Muchos no creyeron en las
palabras de los niños, se les burlaron y hasta los maltrataron y los llevaron
presos.
Pero la Madre de Dios había
prometido darles una señal para que todos creyeran.
Y así ocurrió. El último día de
las apariciones, el trece de octubre, se habían congregado muchísimas personas
en el lugar indicado por los pastorcitos. Era un día muy lluvioso, y casi todos
habían llevado sus paraguas. La Virgen pidió que los cerraran. Se mojaron
totalmente. Pero el cielo comenzó a despejarse, y apareció el sol, danzando con extraños
movimientos. Por instantes se lo veía acercarse a la Tierra como si fuera a
estrellarse contra ella, lo cual causó gran temor en los presentes. Pero lo que
les asombró más aun, fue que la ropa empapada y embarrada se les secó y quedó
totalmente limpia, como si no se hubiera mojado nunca.
Todos los presentes fueron
testigos de estos hechos sobrenaturales: creyentes y no creyentes; niños,
jóvenes, adultos y ancianos, de todas las condiciones sociales.
La Madre del Señor insistió una vez más en que
dejaran de ofender a Dios con sus pecados y en que rezaran mucho.
Advirtió a Jacinta y a Francisco
que morirían pronto, pero que irían al Cielo. Dijo a Lucía que ella viviría aun
muchos años más, y que sería la encargada de transmitir los mensajes a las
próximas generaciones.
Así fue. Al poco tiempo murieron los
dos hermanos, víctimas de una peste, pero con incomparable alegría en el
corazón y con un gran amor a Dios y a su Madre Celestial.
Todos los Papas desde entonces
creyeron en los mensajes de la Virgen y los difundieron.
Y muchos años después de la
muerte de los hermanos Francisco y Jacinta, el trece de febrero de 2005
(curioso, ¿no?: ¡el trece!), moría Lucía, ya anciana y ciega, pero feliz,
después de una vida de amor y fidelidad a las enseñanzas de la Virgen de
Fátima.
También a nosotros van dirigidos
esos mensajes que siguen siendo actuales, quizás más ahora que antes.
¿Estamos dispuestos a escuchar a
María, la Madre más buena de todas, que sigue hablándonos al corazón? ¿Queremos
obedecerle como verdaderos hijos suyos?
Si es así, podemos proceder de la
siguiente manera:
-Arrepintámonos de nuestros
pecados, y busquemos a un sacerdote para que en nombre de Dios, nos perdone.
(Así nos enseñó Jesús, Hijo de Dios y por ello verdadero Dios. Él eligió a
hombres –sus Apóstoles y sucesores- para que a lo largo de la historia, perdonaran los pecados en su nombre).
-Preparémonos para hacer la
Primera Comunión, y si la hemos hecho ya, recibamos frecuentemente a Jesús
hecho Pan por nosotros, yendo a Misa al menos los domingos. Así, el Señor nos dará fuerzas para ser cada
día mejores cristianos.
-Recemos siempre por nuestro
Santo Padre, el Papa, y amémoslo con toda el alma, pues él representa a Jesús
presente en medio de nosotros.
-Oremos por todos los pecadores,
y ofrezcamos nuestros pequeños o grandes sufrimientos para que ellos se
arrepientan y busquen a Dios por medio de María, que es Madre de toda la
humanidad.
-Recemos por todos los que han
muerto, para que lleguen a gozar de la Vida sin fin en el Cielo.
-Pero sobre todo, dejémonos amar
mucho por María, que siempre, pero siempre, quiere llevarnos a su Hijo Jesús
para que seamos felices de verdad.
Si hacemos todo esto, nuestra
vida presente será más hermosa, y en el futuro, el Cielo será nuestra Casa y la
de todos los que amamos.
13 de febrero de 2012, séptimo aniversario de la muerte de la sierva de Dios Lucía Dos Santos. Entrada dedicada a ella y a San Juan Pablo II, en el aniversario de su atentado.
(Última actualización de la entrada: 13/05/16).
13 de febrero de 2012, séptimo aniversario de la muerte de la sierva de Dios Lucía Dos Santos. Entrada dedicada a ella y a San Juan Pablo II, en el aniversario de su atentado.
(Última actualización de la entrada: 13/05/16).
Benedicto XVI en Fátima (12/05/10) |
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