Uno de los objetivos de este blog, como puede verse en la presentación, apunta a la piedad popular. El amor que suscita el Santo Padre, sobre todo en sus viajes apostólicos -aun en los países más secularizados- es un fenómeno digno de ser considerado.
El esquema se repite siempre: Frente a un grupo más o menos reducido de personas que se manifiestan en contra -muchas veces de manera vergonzosamente incivilizada, y hasta grosera- se alza otro grupo, siempre abrumadoramente mayor, (aunque muchos medios finjan no percatarse de ello), que lo ovaciona en cada tramo de la gira. Más allá de que el mensaje papal en cada caso pueda ser plena o parcialmente compartido por los fieles, éstos quieren venerar al Pontífice Romano, quienquiera que sea, honrar su persona. Por eso se sienten profundamente impactados ante el "hombre de blanco", siempre presente a lo largo de las generaciones, que se eleva por encima de todo partidismo, y que lejos de cualquier concepción ideológica, con ternura paterna realiza un llamamiento a la paz, a la unidad y al amor. No es el cantante por cuya voz todos se sienten cautivados, ni el artista o deportista cuyo talento extasía a las multitudes.. Aquí hay mucho más. Y gratis, como todo lo que viene de Dios. Es el Mensajero de paz, cuyas palabras, son "el agua que calma nuestra sed" (Cf. Himno oficial de la Visita Apostólica).
Mientras la mayoría de los medios de comunicación se esfuerzan por "expandir la foto" de tal o cual protesta contra cualquier visita papal, más allá de muchas cámaras, el Pontífice Romano preside siempre, adondequiera que esté, una multitudinaria fiesta de fe.
El esquema se repite siempre: Frente a un grupo más o menos reducido de personas que se manifiestan en contra -muchas veces de manera vergonzosamente incivilizada, y hasta grosera- se alza otro grupo, siempre abrumadoramente mayor, (aunque muchos medios finjan no percatarse de ello), que lo ovaciona en cada tramo de la gira. Más allá de que el mensaje papal en cada caso pueda ser plena o parcialmente compartido por los fieles, éstos quieren venerar al Pontífice Romano, quienquiera que sea, honrar su persona. Por eso se sienten profundamente impactados ante el "hombre de blanco", siempre presente a lo largo de las generaciones, que se eleva por encima de todo partidismo, y que lejos de cualquier concepción ideológica, con ternura paterna realiza un llamamiento a la paz, a la unidad y al amor. No es el cantante por cuya voz todos se sienten cautivados, ni el artista o deportista cuyo talento extasía a las multitudes.. Aquí hay mucho más. Y gratis, como todo lo que viene de Dios. Es el Mensajero de paz, cuyas palabras, son "el agua que calma nuestra sed" (Cf. Himno oficial de la Visita Apostólica).
Mientras la mayoría de los medios de comunicación se esfuerzan por "expandir la foto" de tal o cual protesta contra cualquier visita papal, más allá de muchas cámaras, el Pontífice Romano preside siempre, adondequiera que esté, una multitudinaria fiesta de fe.
Con motivo de la Visita del Santo Padre Benedicto XVI a México, que también lo llevará a Cuba, comparto con ustedes el himno oficial que se compuso en la primera de esas naciones. Se llama "Mensajero de paz". Es una magnífica pieza literaria y musical, sobria y sencilla en su estilo, grandiosa en el mensaje que quiere transmitir. El mismo vídeo, bajado de You tube, ofrece al pie, la letra del original.
Las imágenes que acompañan la canción son, primero, "postales" típicas de México, y luego, a partir de la primera reproducción del estribillo, diversos encuentros presididos por el Papa, principalmente en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Sydney y, sobre todo, en la de Madrid.
"México, siempre fiel"
Con esta expresión el pueblo mexicano aclamaba al Beato Juan Pablo II, expresándole su absoluta fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Todavía resuenan en innumerables corazones esas mismas palabras pronunciadas por el Santo Padre en sus viajes a la nación guadalupana.
"México lindo", como te llamó el amado Pontífice polaco, ojalá hoy sepas acoger de nuevo al Sucesor de Pedro, con la misma ternura con que lo recibiste anteriormente.
Dios vuelve a bendecirte, fiel México. Y esa bendición tiene nombre: Benedicto XVI, Vicario de Cristo, el humilde Papa Ratzinger, venerado por los amantes de la
verdad, temido por los seguidores del padre de la mentira, criticado
severamente por quienes se empalagan con discutibles ideologías.
Antes de la Semana Santa, Dios te concede otra "Santa Semana", enviando al Representante de su Hijo, el "dulce Cristo en la Tierra", como le llamaba Catalina de Siena.
Abre tus brazos, amado pueblo guadalupano, y recibe a aquel que viene en nombre del Señor, hijo predilecto de la Morenita del Tepeyac.
Levanta tu voz, que se une a coro a la de las generaciones de creyentes que te precedieron, y grita con todas tus fuerzas:
¡Viva Cristo Rey, viva la Virgen de Guadalupe, viva el Papa! ¡México, siempre fiel!
Benedictus qui venit in nomine Domini!
22 de marzo, jueves de la semana IV de Cuaresma, a un día del arribo del Santo Padre Benedicto XVI a México.
Mes de San José.
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