En homenaje al santo fundador y patrono de las Jornadas Mundiales
de la Juventud, Juan Pablo II, comparto con ustedes el himno oficial de
la gran cita internacional de 2016, que tuvo lugar precisamente en
Cracovia, la ciudad natal del Papa polaco, del 25 de julio al 1° de
agosto de 2016.
Les ofrezco la traducción casi literal al español con comentarios, junto a su versión cantada, y debidamente adaptada. El título original es "Błogosławieni miłosierni"*. También comparto con ustedes al final la interpretación original en polaco.
"Bienaventurados los misericordiosos"*
Alzo mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
¡Viene de nuestro Señor!
¡Un Dios Misericordioso!
Si nos perdemos, Él nos busca
y nos carga en sus brazos.
Con su Sangre cura nuestras heridas
y una nueva vida nos da.
Est.: ¡Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos obtendrán misericordia! (bis)
Señor, si tienes en cuenta las culpas,
¿quién podrá subsistir?
Dios nos perdona; perdonemos
también nosotros como Él.
Estribillo.
La Sangre de Cristo nos redimió
y Él ha resucitado.
¡Jesús es el Señor!
¡Que lo sepa todo el mundo!
Estribillo.
Deja de lado el miedo y ten fe.
Pon tu carga a sus pies.
Confía: ¡Él ha resucitado!
Vive Jesús, nuestro Dios.
Estribillo (bis)
Comentario
Comentario
El
estribillo del himno es justamente el lema de esta XXXI JMJ, la segunda
que se realiza en Polonia, y está tomado de una de las
bienaventuranzas: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
obtendrán misericordia" (Mt. 5, 7).
Es providencial este tema elegido
por el Papa, pues el evento tuvo lugar en el marco del Año Santo de la
Misericordia, Jubileo extraordinario convocado por Francisco el día del
segundo aniversario de su elección como Sucesor de Pedro, y fijado para
los meses que transcurrieron entre el 8 de diciembre de 2015, solemnidad
de la Inmaculada Concepción de María, y el 20 de noviembre de 2016,
solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. No caben dudas de que la JMJ
de Cracovia fue el acontecimiento central y el más multitudinario del
Año Jubilar.
Tal
estribillo es a la vez una exhortación a que seamos misericordiosos, y
una promesa de que esa es la condición indispensable para obtener, de
parte de nuestro Dios, misericordia y felicidad.
El
que este "himno a la Misericordia de Dios y a los que son
misericordiosos" se haya escuchado en toda Polonia durante esos días de
gracia, adquiere un profundo significado, si se repara en que en esa
nobilísima nación brotó, por las revelaciones de Jesús a Santa Faustina
Kowalska, la devoción a la Divina Misericordia, acogida de tan buena
gana por la liturgia de la Iglesia, a instancias de san Juan Pablo II,
que no solamente beatificó y canonizó a la religiosa compatriota suya,
sino que, de acuerdo con el pedido que el Señor le había hecho a ella,
instituyó la Festividad de la Divina Misericordia, fijándola en el
domingo que sigue al de Pascua de Resurrección. Lo hizo precisamente en
el marco de otro Jubileo, el de la Encarnación del Señor, en el Año
Santo 2000, que acogió en Roma la inolvidable XV Jornada Mundial de la
Juventud (15-20/8).
La
primera estrofa del himno parte de la pregunta y respuesta de los dos
primeros versículos del Salmo 120: "Alzo mis ojos a los montes; ¿de
dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor". La elección del
estribillo hace alusión a la topografía de la ciudad sede. A la
respuesta que da el salmista a su pregunta, el himno añade que ese
"Señor" del que nos viene la ayuda, es un Dios Misericordioso.
La
segunda estrofa es una alusión, implícita, pero clara a la oveja
perdida que el Buen Pastor sale a buscar, encuentra y carga con amor
sobre sus hombros. Esta oveja es infinitamente importante para Él porque
fue adquirida al precio de su Sangre, y la quiere tan Suya, que la
alimenta con esta misma Sangre, y le da una nueva vida.
La
tercera estrofa parte de la pregunta del versículo tercero del Salmo
129: "Señor, si tienes en cuenta las culpas, ¿quién podrá resistir?".
Después parafrasea a la petición del Padrenuestro, que nos invita a
perdonar a quienes nos han ofendido, como condición indispensable para
recibir el perdón del Señor.
La
cuarta estrofa retoma la idea de la Sangre de Cristo como precio de
nuestra redención, vuelve a confesar a Cristo como el Resucitado, y
repite las palabras del joven discípulo amado en el Mar de Tiberíades:
¡Es el Señor! Toda una confesión, que la juventud hace suya y pregona
"para que lo sepa todo el mundo", como queriendo sintetizar el Evangelio
y el Credo de la Iglesia en esta sola expresión.
La
quinta estrofa es una invitación a no tener miedo, que trae a la
memoria la ya felizmente célebre exhortación de San Juan Pablo II aquel
inolvidable 22 de octubre de 1978, en la solemne Eucaristía de
Inauguración de su Ministerio Petrino: "¡No tengáis miedo! ¡Abrid las
puertas a Cristo!", exhortación que ha sido elegida como tema del himno
oficial dedicado al Papa santo. A la invitación a no tener miedo, le
sigue la de acoger la fe, confiando en el Señor y depositando en Él
nuestras cargas, precisamente porque -se nos vuelve a recordar- Él ha
resucitado y vive, también hoy, y para siempre. La estrofa y el himno
concluyen con una confesión de fe en la Divinidad del Salvador, núcleo
de la fe católica.
Que el Señor Resucitado, guíe el camino de los jóvenes hacia el próximo gran evento de Cracovia en 2016, XXXI Jornada Mundial de la Juventud, en el Año Jubilar de la Misericordia.
29 de marzo de 2015, Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
XXX Jornada Mundial de la Juventud (celebrada en las diócesis del mundo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario