Ciclo A
Introducción
Cada domingo nuestra fe nos sitúa espiritualmente en el Monte Calvario para participar del Sacrificio redentor del Señor Jesucristo.
Nos enseña el Concilio de Trento que es una y la misma Víctima la que se ofrece por el ministerio de los sacerdotes y la que se ofreció a Sí misma entonces en la Cruz. Lo que cambia es el modo de ofrecerla. En el primer Viernes Santo de la historia, fue con derramamiento de Sangre; después, sin dicho derramamiento, de manera sacramental, en el ara del Altar. (Cf. DS 1743).
Para perpetuar ese Acto de nuestra salvación, "la Iglesia celebra la Eucaristía a lo largo de los siglos, precisamente en continuidad con la acción de los apóstoles" (San Juan Pablo II, Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, 27).
Demos gracias a Dios porque nos hace partícipes de estos Sagrados Misterios.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura: Lev. 19, 1-2. 17-18
Ya en el Antiguo Testamento se enuncia el mandato divino del amor al prójimo, que el Señor Jesucristo llevará a su máxima perfección, ante todo con el ejemplo de su propia Vida.
Segunda lectura: I Cor. 3, 16-23
San Pablo nos recuerda la dignidad de nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo, y nuestra pertenencia a Cristo, Hijo de Dios y Dios Él mismo.
Evangelio: Mt. 5, 38-48
Con su Divina Autoridad, Jesús perfecciona los Mandamientos de la Ley y nos enseña en qué consiste la verdadera caridad.
Oracion de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa con el rito de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta (hoy santa), presidida por Juan Pablo II (también hoy santo), el 19 de octubre de 2003 en la Plaza de San Pedro:
Acerquémonos al trono de la gracia, confiando en la mediación del Gran Sacerdote Jesucristo, que ha compartido la suerte de la humanidad y ahora, glorioso en el Padre, intercede continuamente por nosotros. A Él confiamos nuestra plegaria por la salvación de la humanidad, la paz y la concordia de los pueblos, en el empeño por portar alivio a todo humano sufrimiento:
R. Venga tu Reino, Señor.
-Al apóstol Pedro, signo de solidez y de unidad, dirigimos nuestro pensamiento y oramos por su Sucesor, el Papa N.
+Por intercesión de María, Madre de la Iglesia, dale, Señor, la fuerza de confirmar a la Iglesia en la fe y la esperanza, y de guiarla hacia el encuentro con la humanidad, para que ilumine los tiempos actuales con la luz siempre nueva del Evangelio. R.
-A María, Estrella de la Evangelización, miramos hoy con particular fervor.
+Concédenos, Padre, saber responder a tu llamada a la santidad y a la misión, con un testimonio de vida conforme al Evangelio, con la cooperación en el anuncio de tu Reino por toda la Tierra y la generosa solidaridad para socorrer a quienes padecen graves necesidades. R.
-Jesucristo, semejante en todo a nosotros menos en el pecado, acoge a la humanidad sufriente y marginada; siguiéndolo, los santos se han inclinado hacia todo hermano llagado en el cuerpo o en el espíritu.
+Haz, Señor, que sepamos descubrir tu Rostro en todo ser humano que esté herido por el sufrimiento, los maltratos y la violencia, torturado por la opresión, y rechazado por la marginación, para que, con la acogida y una sonrisa, transmitamos a todos un rayo de tu amor. R.
-Jesús ha venido para servir y no para ser servido.
+Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que trabajen por el verdadero bien de la humanidad, que no cedan a los intereses de particulares, y que se dediquen al bienestar de todos, procurando la paz mundial, en la justicia y en el respeto de toda persona y de todo pueblo. R.
-La humanidad tiene necesidad de hombres capaces de comprometerse totalmente en el servicio del Evangelio y de los hermanos.
+Acrecienta, Señor, el fervor de la comunidad cristiana, para que surjan de ella evangelizadores convencidos, valientes y preparados, que sepan ver las necesidades, discernir los signos de los tiempos y anunciar al mundo de hoy a Cristo Jesús, el único que puede dar sentido a la existencia humana. R.
-Volvamos la mirada a María, Aurora de salvación.
+Concede, Señor, esperanza a los desalentados y consuelo a los que sufren; refuerza nuestro empeño por legar un mundo mejor a las próximas generaciones, combatiendo toda violencia y toda violación de la dignidad humana; favorece la fraternidad universal, la promoción de los pueblos y de sus culturas y el diálogo entre las religiones. R.
Oración conclusiva
"Escucha, Padre, las súplicas que te hemos dirigido, Tú que quieres que todos sean salvos y has mandado a tu Hijo como Siervo de tu diseño de amor para toda la humanidad. Ayúdanos a construir tu Reino junto con Él en la vida y la verdad, la justicia y la paz, la solidaridad y la comunión. Tu Espíritu Santo nos enseñe que hay mayor alegría en dar que en recibir, según las palabras del mismo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
O bien:
Hermanos
y hermanas, al Padre Celeste, que revela en la historia de la humanidad
el designio de su providencia y nos ama más allá de toda medida,
confiamos las fatigas y las esperanzas, las alegrías y las necesidades
de su pueblo esparcido por el mundo, y el anhelo de paz que brota de
todo hombre y mujer de buena voluntad:
"Oh, Dios, que en tu Hijo desnudo y humillado en la Cruz, has revelado la fuerza de tu amor, abre nuestro corazón al don de tu Espíritu Santo, y rompe las cadenas de la violencia y del odio, para que en la victoria del bien sobre el mal, demos testimonio de tu Evangelio de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
Al presentar el pan y el vino, hacemos ofrenda de nosotros mismos y también del universo material, que es todo él, expresión del "desmesurado cariño" del Señor hacia nosotros. (Cf. S.S. Francisco, Carta encíclica Laudato si, 84).
Comunión
Infinito es el amor del Salvador:
Introducción
Cada domingo nuestra fe nos sitúa espiritualmente en el Monte Calvario para participar del Sacrificio redentor del Señor Jesucristo.
Nos enseña el Concilio de Trento que es una y la misma Víctima la que se ofrece por el ministerio de los sacerdotes y la que se ofreció a Sí misma entonces en la Cruz. Lo que cambia es el modo de ofrecerla. En el primer Viernes Santo de la historia, fue con derramamiento de Sangre; después, sin dicho derramamiento, de manera sacramental, en el ara del Altar. (Cf. DS 1743).
Para perpetuar ese Acto de nuestra salvación, "la Iglesia celebra la Eucaristía a lo largo de los siglos, precisamente en continuidad con la acción de los apóstoles" (San Juan Pablo II, Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, 27).
Demos gracias a Dios porque nos hace partícipes de estos Sagrados Misterios.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura: Lev. 19, 1-2. 17-18
Ya en el Antiguo Testamento se enuncia el mandato divino del amor al prójimo, que el Señor Jesucristo llevará a su máxima perfección, ante todo con el ejemplo de su propia Vida.
Segunda lectura: I Cor. 3, 16-23
San Pablo nos recuerda la dignidad de nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo, y nuestra pertenencia a Cristo, Hijo de Dios y Dios Él mismo.
Evangelio: Mt. 5, 38-48
Con su Divina Autoridad, Jesús perfecciona los Mandamientos de la Ley y nos enseña en qué consiste la verdadera caridad.
Oracion de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa con el rito de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta (hoy santa), presidida por Juan Pablo II (también hoy santo), el 19 de octubre de 2003 en la Plaza de San Pedro:
Acerquémonos al trono de la gracia, confiando en la mediación del Gran Sacerdote Jesucristo, que ha compartido la suerte de la humanidad y ahora, glorioso en el Padre, intercede continuamente por nosotros. A Él confiamos nuestra plegaria por la salvación de la humanidad, la paz y la concordia de los pueblos, en el empeño por portar alivio a todo humano sufrimiento:
R. Venga tu Reino, Señor.
-Al apóstol Pedro, signo de solidez y de unidad, dirigimos nuestro pensamiento y oramos por su Sucesor, el Papa N.
+Por intercesión de María, Madre de la Iglesia, dale, Señor, la fuerza de confirmar a la Iglesia en la fe y la esperanza, y de guiarla hacia el encuentro con la humanidad, para que ilumine los tiempos actuales con la luz siempre nueva del Evangelio. R.
-A María, Estrella de la Evangelización, miramos hoy con particular fervor.
+Concédenos, Padre, saber responder a tu llamada a la santidad y a la misión, con un testimonio de vida conforme al Evangelio, con la cooperación en el anuncio de tu Reino por toda la Tierra y la generosa solidaridad para socorrer a quienes padecen graves necesidades. R.
-Jesucristo, semejante en todo a nosotros menos en el pecado, acoge a la humanidad sufriente y marginada; siguiéndolo, los santos se han inclinado hacia todo hermano llagado en el cuerpo o en el espíritu.
+Haz, Señor, que sepamos descubrir tu Rostro en todo ser humano que esté herido por el sufrimiento, los maltratos y la violencia, torturado por la opresión, y rechazado por la marginación, para que, con la acogida y una sonrisa, transmitamos a todos un rayo de tu amor. R.
-Jesús ha venido para servir y no para ser servido.
+Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que trabajen por el verdadero bien de la humanidad, que no cedan a los intereses de particulares, y que se dediquen al bienestar de todos, procurando la paz mundial, en la justicia y en el respeto de toda persona y de todo pueblo. R.
-La humanidad tiene necesidad de hombres capaces de comprometerse totalmente en el servicio del Evangelio y de los hermanos.
+Acrecienta, Señor, el fervor de la comunidad cristiana, para que surjan de ella evangelizadores convencidos, valientes y preparados, que sepan ver las necesidades, discernir los signos de los tiempos y anunciar al mundo de hoy a Cristo Jesús, el único que puede dar sentido a la existencia humana. R.
-Volvamos la mirada a María, Aurora de salvación.
+Concede, Señor, esperanza a los desalentados y consuelo a los que sufren; refuerza nuestro empeño por legar un mundo mejor a las próximas generaciones, combatiendo toda violencia y toda violación de la dignidad humana; favorece la fraternidad universal, la promoción de los pueblos y de sus culturas y el diálogo entre las religiones. R.
Oración conclusiva
"Escucha, Padre, las súplicas que te hemos dirigido, Tú que quieres que todos sean salvos y has mandado a tu Hijo como Siervo de tu diseño de amor para toda la humanidad. Ayúdanos a construir tu Reino junto con Él en la vida y la verdad, la justicia y la paz, la solidaridad y la comunión. Tu Espíritu Santo nos enseñe que hay mayor alegría en dar que en recibir, según las palabras del mismo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
O bien:
Las siguientes preces, con las
necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el
Papa Francisco en Bari, el 23 de febrero de 2020:
R. Señor, escúchanos.
-Por
la Iglesia, para que como nave que surca la historia, desplegando las
velas al Soplo del Espíritu, anuncie con la palabra y la coherencia de
las obras, la salvación que viene de Cristo, única esperanza de la
humanidad y unánime vocación a la santidad. R.
-Por
el Santo Padre N, para que guiado por la brújula de la Palabra de Dios y
sostenido por la materna intercesión de la Virgen (se puede especificar
la advocación propia del lugar) y de san N (se puede mencionar también
al santo patrono), siga guiando a la Iglesia en la comunión y la caridad,
en camino hacia la plena unidad de los hermanos en Cristo. R.
-Por
los miembros de la Iglesia de N (se nombra a la iglesia particular),
para que mirando el mismo cielo y el mismo sol, se empeñen en construir
la paz y puentes de unidad como signos de alianza y fraternidad entre los
pueblos. R.
=Por los
cristianos perseguidos a causa de la fe, víctimas de las tempestades de
la historia, para que con su sufrimiento, asociado a la Cruz de Jesús,
sean valientes heraldos del Evangelio, y testigos de reconciliación y
paz ante la humanidad. R.
=Por
quienes estamos reunidos en esta asamblea fraterna, en el memorial de
la Pascua, para que la Palabra y la Eucaristía hagan de nosotros un solo
corazón y una sola alma, instrumentos de paz y acogida, signos de
esperanza en un mundo sin amor, a fin de que indiquemos a todos el
puerto del Corazón del Padre. R.
Oración conclusiva
"Dios,
que en tu Hijo despojado y humillado en la Cruz, has revelado la fuerza
del amor, abre nuestros corazones al Don de tu Espíritu, y rompe las
cadenas de la violencia y del odio, para que en la victoria del bien
sobre el mal, testimoniemos tu Evangelio de reconciliación y de paz. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
A continuación, se
propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a
la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y
traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga,
propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones
litúrgicas:
"Oh, Dios, que en tu Hijo desnudo y humillado en la Cruz, has revelado la fuerza de tu amor, abre nuestro corazón al don de tu Espíritu Santo, y rompe las cadenas de la violencia y del odio, para que en la victoria del bien sobre el mal, demos testimonio de tu Evangelio de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
Al presentar el pan y el vino, hacemos ofrenda de nosotros mismos y también del universo material, que es todo él, expresión del "desmesurado cariño" del Señor hacia nosotros. (Cf. S.S. Francisco, Carta encíclica Laudato si, 84).
Comunión
Infinito es el amor del Salvador:
"Habiendo bastado su Encarnación para nuestra redención, (...) se entrega a nosotros en la santa Hostia solamente para nuestra santificación". (Santa Luisa de Marillac).
Abramos las puertas del corazón al Rey que se nos ofrece como Pan, para que no seamos esclavos del mundo sino herederos del Cielo.
Despedida
"Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor es cariñoso con sus fieles". Al retirarnos de la iglesia, recordemos estas consoladoras palabras del salmo que hemos escuchado y permitámonos experimentar en nuestras vidas la gran verdad que expresan.
13 de febrero de 2017, lunes de la semana VI del Tiempo Ordinario.
Aniversario de la muerte terrena de la sierva de Dios Lucía Dos Santos, vidente de la Virgen de Fátima, en el año centenario de las Apariciones. (Entrada dedicada a la Virgen bajo esta advocación y a sor Lucía).
(Última actualización de la entrada: 15/02/23).
Abramos las puertas del corazón al Rey que se nos ofrece como Pan, para que no seamos esclavos del mundo sino herederos del Cielo.
Despedida
"Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor es cariñoso con sus fieles". Al retirarnos de la iglesia, recordemos estas consoladoras palabras del salmo que hemos escuchado y permitámonos experimentar en nuestras vidas la gran verdad que expresan.
13 de febrero de 2017, lunes de la semana VI del Tiempo Ordinario.
Aniversario de la muerte terrena de la sierva de Dios Lucía Dos Santos, vidente de la Virgen de Fátima, en el año centenario de las Apariciones. (Entrada dedicada a la Virgen bajo esta advocación y a sor Lucía).
(Última actualización de la entrada: 15/02/23).
Muchísimas gracias. Dios los bendiga por esta misión que es de gran servicio a todo el `Pueblo de Dios
ResponderEliminarGracias a ti, hermano, por honrar este humilde blog con tu visita.
EliminarSanta Eduviges, reina de Polonia, en su festividad, te alcance la bendición de Dios.