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La verdadera Iglesia de Dios...

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Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

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viernes, 24 de febrero de 2017

Guion: Domingo XI del Tiempo Ordinario





Formulario de Misa: aquí.


Ciclo A

Introducción

Al comenzar esta celebración con la alegría del canto, respondemos a la invitación del salmo de hoy:

"Aclame al Señor toda la Tierra, sírvanle con alegría, lleguen hasta Él con cantos de júbilo".


Sí. Hemos llegado a este recinto sagrado, que representa a la Iglesia extendida por toda la Tierra. Ahora bien, no todo es "canto de júbilo" en nuestra vida. También sentimos el peso de la fatiga de cada día, la opresión de las preocupaciones y el malestar que es consecuencia de nuestros pecados. Y solamente en la santa Misa podemos hacer de todo esto ofrenda perfecta para Dios si la unimos a Cristo, el Cordero que se inmola en el Altar.

A la luz de estos pensamientos, nos disponemos a vivir intensamente nuestra Eucaristía del día del Señor.



Primera lectura: Éx. 19, 1b-6a

El Dios de las promesas refiere a Moisés su deseo de establecer una alianza de amor y fidelidad con el pueblo elegido.

Segunda lectura: Rom. 5, 6-11

Solamente el Señor Jesucristo y nadie más que Él por su Sangre, nos reconcilia con el Padre y restituye en nosotros la dignidad de hijos de Dios.

Evangelio: Mt. 9, 35_10, 8

Jesús, durante su vida pública sintió compasión de la multitud, y envió a sus discípulos como heraldos de esperanza y ministros de su consuelo. También hoy nos envía a los que creemos en Él para que anunciemos a las ovejas perdidas de nuestro tiempo que el Reino de Dios está cerca.


Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la santa Misa con el rito de beatificación de Juan Pablo II (hoy santo), presidida por el Papa Benedicto XVI el 1° de mayo de 2011. Adviértase que el formulario incluye (en cursiva, siguiendo la versión original) el nombre de las más importantes encíclicas del glorioso Pontífice polaco. Haciendo clic en la cursiva, se accederá a esos preciosos documentos.

Hermanos y hermanas, a Dios Padre, rico en misericordia, dirijamos la plegaria de la Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.

-Oremos por la santa Iglesia de Dios.

+Para que ella, que vive de la Eucaristía, Memorial del Sacrificio pascual, reúna a los renacidos en el bautismo para que todos sean uno. R.

- Oremos por nuestro Santo Padre N.

+Para que él, que anuncia a todos con humilde franqueza el esplendor de la Verdad, se sienta sostenido por la intercesión de la Virgen María, Madre del Redentor y de san José, Custodio del Redentor. R.

-Oremos por las necesidades de la vida humana.

+Para que los cristianos perseguidos y vilipendiados abran con coraje su corazón a Cristo, y perseverando en la hora de la prueba, se sientan partícipes de la misma misión del Redentor en favor de la humanidad. R.

-Oremos por todo el mundo.

+Para que los responsables de los pueblos y de las naciones, se dejen interpelar por la solicitud social de la Iglesia y redescubran la urgencia de vivir el Evangelio de la vida. R.

-Oremos por esta familia de Dios hoy aquí congregada.

+Para que los discípulos del Señor, que hoy se han reunido en la alegría y la alabanza por el don y el testimonio evangélico de los santos que los precedieron, orientados por la fe y la razón, sean incansables buscadores de la verdad. R.

Oración conclusiva

"Padre celeste, movidos por el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida, elevamos a Ti nuestras súplicas. Escúchalas, por la poderosa mediación de Jesús, tu Hijo, el único Redentor del hombre. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
 
"Oh, Padre, que has hecho de nosotros un pueblo profético y sacerdotal, llamado a ser signo visible de la nueva realidad de tu Reino, concédenos vivir en plena comunión contigo en el Sacrificio de alabanza y en el servicio de los hermanos, para que lleguemos a ser misioneros y testigos del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor".


Ofertorio

El Señor ha elegido el pan y el vino, que forman parte de nuestra vida cotidiana, para la confección del más grande de los sacramentos. Se los presentamos ahora con espíritu de entega.


Comunión

Al pedir el pan nuestro de cada día en la oración que el Señor nos enseñó, no solamente nos referimos al sustento material sino también a la Eucaristía, Alimento de nuestra alma, que la generosidad de Dios nos entrega ahora como don.


Despedida

Cada vez que se concluye la Misa, se nos renueva el mandato misionero. Al respecto, recordemos las palabras de san Juan Pablo II:

"Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos". (Carta Encíclica Redemptoris missio, 3).


24 de febrero de 2017, viernes de la semana VIII del Tiempo Ordinario.


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