Cada 24 de abril, la Orden de San Agustín celebra la "fiesta" de la Conversión de este santo obispo y doctor, acaecida en el año 385. Esta fecha es la de su solemne bautismo, que le fuera administrado en la Vigilia Pascual del año 387, a los treinta y tres años de edad, por san Ambrosio, arzobispo de Milán.
La festividad anual de san Agustín es el 28 de agosto, tanto en el Calendario universal, que lo celebra como "memoria obligatoria", como en las Órdenes religiosas que siguen su Regla, y lo honran con un rango litúrgico igual o mayor ("fiesta" o "solemnidad"). A continuación, los himnos litúrgicos propios de esas Órdenes para una o las dos festividades del santo:
Orden de san Agustín
Para la fiesta de la "Conversión de nuestro padre, san Agustín":
Oficio de Lectura
Llena de gozo exulte aquella madre
al ver que el hijo que engendró a la vida,
por el fervor del llanto y la plegaria,
renació en Cristo.
Gócese el cielo con el sol más claro
que en él jamás brilló con luz más fúlgida;
y en honor de Agustín rompan las almas
en férvida alabanza.
Padre y maestro, que de Dios y el hombre
tanto alcanzaste, míranos piadoso
a los que por vida navegamos
con rumbo a Cristo.
Gloria perenne sea siempre dada
a la Divina Trinidad gloriosa,
que a Agustín, claro imitador de Cristo,
colmó de gloria. Amén.
Laudes
¡Hijo de tantas lágrimas, nacido
para dar testimonio del amor!,
muéstranos los caminos deseados
para el retorno fiel del corazón.
Por el llanto de Mónica volviste
de las noches del alma al claro sol;
y para Cristo te engendró de nuevo
la que a la vida un día te engendró.
Oh, feliz llanto de la madre santa
que a Agustín para Cristo rescató,
y fecundó aquel alma prodigiosa
que habló de Dios como ninguno habló.
Y al hombre, con la sed del infinito,
con palabra inmortal lo acercó a Dios;
y de la eterna Trinidad Santísima
al Misterio sin fondo se asomó. Amén
Vísperas
Tú que sabes la aflicción
del alma que a Dios olvida
y la angustia de la vida
cuando triunfa la pasión,
vuelve al amor inmortal
tantos amores vencidos,
que alzan tus mismos gemidos
y lloran con llanto igual.
Siempre de la dicha en pos,
siempre inquieta y triste el alma,
viste que el mundo no calma
la sed de un alma sin Dios.
La hiciste, ¡oh, Dios!, para el Cielo,
y tu amor la llama a sí,
viviendo en perpetuo anhelo
hasta descansar en Ti.
Todo en Dios y Dios en ti
viviendo Cristo en tu vida,
amar y amar sin medida
fueron tus ansias aquí.
Y hoy, cual divino blasón
que enciende las ansias nuestras,
ardiendo en amor nos muestras
en alto tu corazón.
Para amarte en la patria del dolor
como te ama en el Cielo el serafín,
danos amarte, Señor,
con el amor de Agustín. Amén.
¡Hijo de tantas lágrimas, nacido
para dar testimonio del amor!,
muéstranos los caminos deseados
para el retorno fiel del corazón.
Por el llanto de Mónica volviste
de las noches del alma al claro sol;
y para Cristo te engendró de nuevo
la que a la vida un día te engendró.
Oh, feliz llanto de la madre santa
que a Agustín para Cristo rescató,
y fecundó aquel alma prodigiosa
que habló de Dios como ninguno habló.
Y al hombre, con la sed del infinito,
con palabra inmortal lo acercó a Dios;
y de la eterna Trinidad Santísima
al Misterio sin fondo se asomó. Amén
Vísperas
Tú que sabes la aflicción
del alma que a Dios olvida
y la angustia de la vida
cuando triunfa la pasión,
vuelve al amor inmortal
tantos amores vencidos,
que alzan tus mismos gemidos
y lloran con llanto igual.
Siempre de la dicha en pos,
siempre inquieta y triste el alma,
viste que el mundo no calma
la sed de un alma sin Dios.
La hiciste, ¡oh, Dios!, para el Cielo,
y tu amor la llama a sí,
viviendo en perpetuo anhelo
hasta descansar en Ti.
Todo en Dios y Dios en ti
viviendo Cristo en tu vida,
amar y amar sin medida
fueron tus ansias aquí.
Y hoy, cual divino blasón
que enciende las ansias nuestras,
ardiendo en amor nos muestras
en alto tu corazón.
Para amarte en la patria del dolor
como te ama en el Cielo el serafín,
danos amarte, Señor,
con el amor de Agustín. Amén.
Conversión de san Agustín |
O bien:
Cansado el corazón de sus errores
que en el fondo destilan amarguras,
y con una insaciable sed de amores
que calmar no pudieron las criaturas,
busca Agustín en soledad severa
la paz que el alma necesita tanto,
y allí, bajo la sombra de una higuera,
todo el dolor se le convierte en llanto.
«Toma y lee», una voz desconocida
se repite en los ámbitos del huerto,
Cansado el corazón de sus errores
que en el fondo destilan amarguras,
y con una insaciable sed de amores
que calmar no pudieron las criaturas,
busca Agustín en soledad severa
la paz que el alma necesita tanto,
y allí, bajo la sombra de una higuera,
todo el dolor se le convierte en llanto.
«Toma y lee», una voz desconocida
se repite en los ámbitos del huerto,
y era una voz que devolvió la vida
al pobre corazón que estaba muerto.
Lee el texto del Apóstol, imprevisto:
«No en contiendas pongáis el pensamiento
ni en embriagueces: Revestíos de Cristo
y no deis a la muerte su contento».
Como ahuyenta la luz, cuando amanece,
la sombra de las noches, en el alma
siente Agustín que su ansiedad decrece
y Dios las viejas inquietudes calma.
Dios ha vencido, sí, dulce derrota,
cuando Dios es Quien vence no hay dolencia:
Antes era el dolor de un alma rota
y hoy todo ese dolor se hace cadencia:
«¡Oh, qué tarde te amé, vieja Hermosura,
siempre antigua beldad y siempre nueva!
¡Hoy el alma se sacia de tu hartura
y cada vez de Ti más hambre lleva!».
Al Padre soberano, al Unigénito
y al que procede de Ambos juntamente,
al Dios Uno, la gloria y la alabanza
tributadas le sean eternamente. Amén.
al pobre corazón que estaba muerto.
Lee el texto del Apóstol, imprevisto:
«No en contiendas pongáis el pensamiento
ni en embriagueces: Revestíos de Cristo
y no deis a la muerte su contento».
Como ahuyenta la luz, cuando amanece,
la sombra de las noches, en el alma
siente Agustín que su ansiedad decrece
y Dios las viejas inquietudes calma.
Dios ha vencido, sí, dulce derrota,
cuando Dios es Quien vence no hay dolencia:
Antes era el dolor de un alma rota
y hoy todo ese dolor se hace cadencia:
«¡Oh, qué tarde te amé, vieja Hermosura,
siempre antigua beldad y siempre nueva!
¡Hoy el alma se sacia de tu hartura
y cada vez de Ti más hambre lleva!».
Al Padre soberano, al Unigénito
y al que procede de Ambos juntamente,
al Dios Uno, la gloria y la alabanza
tributadas le sean eternamente. Amén.
Para la solemnidad de san Agustín, "nuestro padre y doctor de la Iglesia":
(I Vísperas: como en las Vísperas de los Servitas. Cf. infra).
Oficio de lecturas
¡Intérprete de Dios y de los hombres,
Agustín inmortal! A ti acudimos
los que por este mundo navegamos
como tú navegaste, en encendida
busca de la verdad, y del supremo
Bien del amor.
Sé tú la guía y el piloto seguro,
que nos marca el rumbo y el destino
hacia la Patria.
Habla de nuevo de la eterna dicha
y del descanso eterno a los que aspiran
remontar los caminos de la vida,
para encontrar por siempre el deseado
reposo de la dicha en el Señor.
Ilumina, Agustín, nuestros caminos
y alienta nuestra fe con tu palabra
germinadora y llena, que nos habla
del gozo de entender y del misterio
luminoso de amar a Dios sin fin.
Bendito sea el Padre, y adorado
sea el Hijo por siempre, y el Espíritu,
porque amorosamente se nos muestran
en el amor y el verbo de Agustín. Amén.
Padre y maestro, fundador glorioso,
verbo de Cristo y de la Madre Iglesia,
doctor y guía de seguridades,
y de las almas luz.
En coro, unidos, te invocamos fieles,
para que enciendas con la fe el amor,
para que a todos tu palabra lleve
la luz del Evangelio.
Monjes y ascetas, vírgenes y santos
de ti supieron el vivir de Cristo,
y los secretos de la Vida eterna
de ti aprendieron.
La Iglesia santa con ardor te aclama
doctor egregio de la caridad,
columna de la fe, sol de la gracia,
prodigio de humildad.
Gloria a Dios Padre, y gloria sea dada
al Hijo, al Unigénito humanado,
y al Espíritu Santo, que por siempre
las almas ilumina. Amén.
Habla de nuevo de la eterna dicha
y del descanso eterno a los que aspiran
remontar los caminos de la vida,
para encontrar por siempre el deseado
reposo de la dicha en el Señor.
Ilumina, Agustín, nuestros caminos
y alienta nuestra fe con tu palabra
germinadora y llena, que nos habla
del gozo de entender y del misterio
luminoso de amar a Dios sin fin.
Bendito sea el Padre, y adorado
sea el Hijo por siempre, y el Espíritu,
porque amorosamente se nos muestran
en el amor y el verbo de Agustín. Amén.
Padre y maestro, fundador glorioso,
verbo de Cristo y de la Madre Iglesia,
doctor y guía de seguridades,
y de las almas luz.
En coro, unidos, te invocamos fieles,
para que enciendas con la fe el amor,
para que a todos tu palabra lleve
la luz del Evangelio.
Monjes y ascetas, vírgenes y santos
de ti supieron el vivir de Cristo,
y los secretos de la Vida eterna
de ti aprendieron.
La Iglesia santa con ardor te aclama
doctor egregio de la caridad,
columna de la fe, sol de la gracia,
prodigio de humildad.
Gloria a Dios Padre, y gloria sea dada
al Hijo, al Unigénito humanado,
y al Espíritu Santo, que por siempre
las almas ilumina. Amén.
II Vísperas
Vuelve a luchar por Cristo,
oh, inmortal triunfador,
y enciende en los que te aman
tu amor de serafín.
¡Oh, luz, brilla en las almas!
¡Oh, amor, salva el amor!
Vive siempre en tus hijos
oh, gran Padre Agustín.
Cual símbolo de tu vida
y enseña de las victorias,
ardiendo en llamas de amores
levantas tu corazón,
como ofreciendo a los cielos
la bandera de tus glorias
y guiando a los que avanzan
por las cumbres de Sión.
Danos ver, sol de los siglos,
el resplandor de tu luz,
y ardan en nuestros amores
tus ansias de amor sin fin.
¡Oh, triunfador, te saludan
los que luchan por la Cruz!
¡Muestra al mundo que en tus hijos
vive el alma de Agustín. Amén.
Orden de los Servitas
Para la fiesta de san Agustín, "Legislador de la Orden":
Oficio de lectura
Padre y maestro, fundador glorioso,
verbo de Cristo y de la Madre
Iglesia, doctor y guía de seguridades,
y de las almas luz.
En coro, unidos, te invocamos fieles,
para que enciendas con la fe el amor,
para que a todos tu palabra lleve
la luz del Evangelio.
Monjes y ascetas, vírgenes y santos,
de ti supieron el vivir de Cristo,
y los secretos de la vida eterna
de ti aprendieron.
La Iglesia santa con ardor te aclama
doctor egregio de la caridad,
columna de la fe, sol de la gracia,
prodigio de humildad.
Gloria a Dios Padre, y gloria sea dada
al Hijo, al Unigénito humanado,
y al Espíritu Santo, que por siempre
las almas ilumina. Amén.
(Laudes: Del Común de Pastores).
Oficio de lectura
Padre y maestro, fundador glorioso,
verbo de Cristo y de la Madre
Iglesia, doctor y guía de seguridades,
y de las almas luz.
En coro, unidos, te invocamos fieles,
para que enciendas con la fe el amor,
para que a todos tu palabra lleve
la luz del Evangelio.
Monjes y ascetas, vírgenes y santos,
de ti supieron el vivir de Cristo,
y los secretos de la vida eterna
de ti aprendieron.
La Iglesia santa con ardor te aclama
doctor egregio de la caridad,
columna de la fe, sol de la gracia,
prodigio de humildad.
Gloria a Dios Padre, y gloria sea dada
al Hijo, al Unigénito humanado,
y al Espíritu Santo, que por siempre
las almas ilumina. Amén.
(Laudes: Del Común de Pastores).
Vísperas
Gran Padre san Agustín,
oye nuestro suplicar:
que vivamos siempre unidos
a Dios, cuida con afán,
dirigiendo tu rebaño,
¡oh, Pontífice ejemplar!
Por tu amor a la pobreza
te da el pobre su cantar;
el juez recto te proclama
defensor de la Verdad,
mientras de las Escrituras
nos repartes el panal.
Aclarando cuanto había
en ellas de obscuridad,
del Salvador las palabras
nos das en sabroso pan;
y en bebida saludable
de los salmos el caudal.
Santa Regla tú escribiste
de vida en comunidad:
quienes la aman y la siguen
por camino recto van
y con esta santa guía
a la Patria han de llegar.
Rey de reyes, a Ti vida
y el poder universal:
sea por siempre honor y gloria
a la Santa Trinidad,
que nos haga ciudadanos
de la Patria celestial. Amén.
Orden cisterciense
Para la memoria obligatoria del 28 de agosto:
Oficio de las lecturas
Oh, Agustín, doctor insigne,
escucha nuestras plegarias,
y por ellas, trata de disponer al Creador
en favor nuestro; guía a tus devotos,
tú que eres uno de los más grandes prelados.
Los pobres te aclaman como amante de la pobreza;
los jueces auténticos aprecian al defensor de la verdad.
Cuando explicas el contenido de las Escrituras
es como si nos distribuyeras un panal de miel.
Todo lo que al principio podía parecer oscuro,
tú nos lo haces llano, sabes preparar un pan delicioso
con las palabras del Señor, y nos das una bebida que da vida
con el néctar de los santos.
Tú escribiste una Regla santa para organizar
la vida de los clérigos; quienes la aman y la ponen
en práctica, caminan por el sendero regio, y
bajo tu santa dirección, llegan a la Patria.
Gloria y honor por todos los siglos a la Santa
Trinidad, cuyo misterio trataste de penetrar con
admirable acierto; que Ella nos conceda llegar a ser
ciudadanos del Cielo junto contigo. Amén.
Laudes: Fulget in caelis (de la versión latina de la LH)
Brilla en el Cielo el sacerdote venerable,
la estrella de los doctores resplandece luciente
difundiendo por todo el mundo el destello purísimo de la fe.
Por este ciudadanoo tan ilustre, oh, Sion celeste, canta
gozosas alabanzas al Señor, nuestro Salvador, que de
modo admirable lo atrajo y lo colmó de luz.
Siempre vigilante, afianza la fe divina,
reprime con vigor los ataques del error,
purifica y reprime las malas costumbres,
con la claridad de su doctrina.
Santo guardián de la grey de Cristo,
modelo ejemplar para el clero y los monjes,
haz, con tu plegaria, que nos sea propicia la mirada
compasiva del Señor.
Alabanza, gloria y honor la Trinidad beatísima,
cuyos misterios estudiaste con amor en la Tierra
y de cuyo glorioso resplandor gozas ahora en el Cielo. Amén.
24 de abril de 2017, para los agustinos, fiesta de la Conversión de san Agustín, obispo y doctor de la Iglesia. Entrada dedicada a él en el día del 1630° aniversario de su bautismo, que le fue administrado por san Ambrosio en la Vigilia Pascual de 387, "Madre de todas las vigilias", como la llamaba el mismo Agustín.
Memoria litúrgica de san Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir.
XII aniversario de la Solemne Inauguración del Ministerio petrino de Su Santidad Benedicto XVI.
Memoria litúrgica de san Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir.
XII aniversario de la Solemne Inauguración del Ministerio petrino de Su Santidad Benedicto XVI.
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