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La verdadera Iglesia de Dios...

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miércoles, 31 de mayo de 2017

María, Madre y Mediadora de la Gracia: himnos litúrgicos




Cada 8 de mayo, los Servitas celebran a María como "Madre y Mediadora de la Gracia", con el grado litúrgico de "memoria facultativa". La Liturgia de las Horas del propio de la Orden ofrece los siguientes himnos en honor de Nuestra Señora:


Oficio de lectura

HIMNO

Abierto su Costado por los hombres,
con su Muerte nos engendró a la vida
y lavó nuestras culpas con preciosa
Sangre divina.

¡Oh, piélago inexhausto de bondades!
¡Oh, río que el pecado purifica!,
de donde fluyen por sus siete fuentes
salud y vida.

Mas ¿quién implora por los salvados?
¿Quién los lleva hasta las fuentes?
María, escala ante la Escala,
Jesucristo, Agua de vida.
Cuantos bienes y gracias Jesucristo
nos mereció, repártelos
María.

Y todo lo concede, afable, el Hijo
si ella suplica.
¡Oh, por eternidades te cantamos,
tres veces Santo, Trinidad beatífica:
que te alaben la mente, las palabras
y melodías! Amén.


Laudes

HIMNO

Tú que escuchas, María,
las súplicas filiales,
confiados te pedimos:
¡Atiende a los mortales!

Cuando la atroz cadena
del pecado nos ate,
despeza los vínculos
del corazón culpable.

Socórrenos si el mundo
falsario nos atrae;
muéstranos el camino,
si se nos olvidase.

Socórrenos si al cuerpo
desgracia amenazare.
Da a los pueblos la paz
mientras el Cielo alcancen.

Tu presencia a tus hijos
en la muerte esperance;
que con tu ayuda iremos
al premio interminable.

Al Hijo y al Espíritu
alabanzas, y al Padre
que te dieron, María,
sus gracias inefables. Amén.


Vísperas: tradicional himno Ave Maris Stella.


31 de mayo de 2017, fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María. Entrada dedicada a ella.

domingo, 28 de mayo de 2017

La Bendición final en la Misa


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S.S. Benedicto XVI bendiciendo


Introducción

La estructura general de toda Misa consta de cuatro partes, a saber:

-Ritos iniciales
-Liturgia de la Palabra
-Liturgia de la Eucristía
-Ritos finales

Es en el marco de esta última, donde como un "broche de oro" de la celebración, se inscribe la Bendición final que el que preside la celebración imparte a la asamblea reunida, antes de que se dispersen.
Esta Bendición, que es obligatoria, con la única excepción de la Misa vespertina In Cena Domini, del Jueves santo, puede adoptar varias formas:

-Bendición simple
-Bendición solemne
-Bendición integrada en la oratio super populum
-Bendición con el Santísimo

Bendición simple

Es la más habitual. Sigue a la invitación del sacerdote El Señor esté con ustedes, a la que suele añadirse la invitación del diácono: Inclínense para recibir la bendición.
Reza así: 

La bendición de Dios todopoderoso, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca siempre. La asamblea, al unísono, responde: Amén.

Esta Bendición puede emplearse en las ferias del Tiempo Ordinario y en las de los Tiempos de Adviento, Navidad y Pascua. No en las de Cuaresma, para las que el Misal sugiere como optativas las Orationes super populum (Cf. infra). También pueden ser empleadas en las celebraciones de los santos que tengan el rango litúrgico de "memoria".

Bendición solemne

Siempre son facultativas, a excepción de la Solemne Vigilia Pascual y del Domingo de Pascua de Resurrección, aunque algunos Calendarios litúrgicos la presenten como facultativa para este último. Sin embargo, el texto del original latino del Misal Romano, en el número 68 de esa santísima Noche, escribe: Benedictio sollemnis, sin especificar, como en los demás casos, que sea optativo impartirla, y la transcribe íntegra en ese mismo lugar. En el mismo número dice que, de haber habido bautismos, se puede optar también por la fórmula de Bendición final del Ritual de bautismo de adultos o niños. Por su parte, en la Misa del Día de Pascua, añade: Ad benedictionem in fine Missae impertiendam, sacerdos convenienter utatur formula benedictionis sollemnis pro Missa Vigiliae. (n.77).
En las demás celebraciones más importantes del año, se sugiere solo como posibilidad el empleo de la Bendición solemne. El texto original expresa así tal sugerencia: Adhiberi potest (puede usarse) formula benedictionis sollemnis.
Para los Domingos de Cuaresma, como dije, se prescriben las Orationes super populum, aunque hay Conferencias Episcopales que han incorporado en sus Misales un formulario de Bendición solemne de Cuaresma, que puede ser usado como alternativo a las mentadas Orationes super populum prescriptas.

De las diecisiete solemnidades del Calendario universal, el Misal recuerda que pueden emplearse las Bendiciones solemnes cuando aquellas las tengan propias. Las hay: 1- propias de la solemnidad (como la de San Pedro y San Pablo o la de Todos los Santos), de fiestas en general, celebradas con mayor solemnidad (como la de los Apóstoles); 2- del tiempo litúrgico (como las de Adviento, Navidad, Epifanía, que es como un subtiempo dentro del navideño-, Cuaresma -en algunos Misales-, de Pasión, que es ccomo un subtiempo de la Cuaresma, y de Pascua); 3- de las Misas de algún santo celebrada con solemnidad (como la de un santo); 4- o de la ocasión, como la del Inicio del Año civil, o las Bendiciones Solemnes de los Rituales en sacramentos y sacramentales, que figuran en el Misal (como la de difuntos), en el Pontifical Romano (como las de Dedicaciones u Ordenaciones), en el Ritual Romano (sacramentos), o en el Bendicional (sacramentales).
Algunas de estas Bendiciones  son apropiadas -aunque no obligatorias- para determinadas solemnidades (como por ejemplo, las del Tiempo Ordinario para la solemnidad de Cristo Rey, o la mariana que figura en el Misal, para las solemnidades de la Virgen). Cabe aclarar que la Collectio Missarum de Beata Maria Virgine, ofrece más Bendiciones solemnes marianas distribuidas de acuerdo con los tiempos litúrgicos. Consultar aquí.

Aparte de las Bendiciones anteriores, en la mayoría de los casos, con la debida selección, es posible emplear cualquiera de las Bendiciones solemnes que figuran en el Bendicional e inccluso en el Ritual, tanto si se ha desarrollado en la Misa el ritual de alguna de las bendiciones de esos libros litúrgico, como si no ha tenido lugar. En todo caso, la selección de cualquiera de estas fórmulas de bendición, debe responder a un oportuno criterio pastoral que responda con pertinencia a la liturgia de la celebración.

De entre las Bendiciones solemnes, un párrafo aparte merece la "Bendición episcopal", que es la que imparte el Obispo al final de la Misa y de otras celebraciones litúrgicas. El Caeremoniale Episcoporum (CE) distingue entre "Bendición ordinaria", "Bendición apostólica" y "Otras bendiciones". Las dos primeras se imparten en la Misa y en otras celebraciones litúrgicas. Son las que nos interesan en esta entrada; las demás, se emplean en celebraciones litúrgicas distintas de la Misa.

+La "Bendición ordinaria" presenta dos modos:

-Primer modo (CE, 1120)

El Obispo, si la usa, con mitra, extendiendo las manos, saluda al pueblo diciendo:

"El Señor esté con ustedes".

Todos responden:

"Y con tu espíritu".

El Obispo dice:

"La paz de Dios, que supeera toda inteligencia, guarde sus corazones y sus pensamientos en el conocimiento y en el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo".

Todos responden:

"Amén".

-Segundo modo (CE, 1121)

El Obispo dice:

"El Señor esté con vosotros".

Todos responden:

"Y con tu espíritu".

Luego, el Obispo dice:

"Bendito sea el nombre del Señor".

Todos responden:

"Desde ahora y para siempre". (O "Ahora y por todos los siglos")

El Obispo añade:

"Nuestro auxilio es el nombre del Señor".

Todos responden:

"Que hizo el Cielo y la Tierra".

El Obispo concluye:

"La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y permanezca para siempre".

Todos responden:

"Amén".

+La Bendición Apostólica (CE, 1122-1126)

Es una Bendición con indulgencia plenaria, (la más importante de todas, puesto que es una concesión de la Santa Sede) que el Obispo puede impartir en su diócesis tres veces al año en las celebraciones más solemnes que él mismo elija. La imparte al final de la Misa, haya o no sido esta presidida por él.

Esta Bendición también pueden impartirla los otros prelados equiparados al Obispo por el derecho, aunque carezcan de la dignidad episcopal.

La mentada Bendición es de tal importancia, que ya en la introducción del Acto penitencial de la Misa, el mismo Obispo la anuncia e invita a los fieles a que se arrepientan de sus pecados para poder recibir luego esa Bendición con indulgencia plenaria al final de la Misa.

La fórmula de absolución con que habitualmente se concluye el Acto penitencial, cuando vaya a impartirse la Bendición Apostólica, se reemplaza por la siguiente:

"Por las súplicas y los méritos de la Bienaventurada Virgen María, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los santos, Dios os conceda tiempo de verdadera y fructuosa penitencia, corazón siempre arrepentido, reforma de vida y perseverancia en el bien orar, y perdonados todos vuestros pecados, os conduzca a la vida eterna. Amén".

En la Oración universal de esta Misa han de hacerse explícitas una petición por la Iglesia y otra por el Romano Pontífice, con lo que se pone más de relieve el carácter de esta Bendición que se imparte en comunión con el Vicario de Cristo y, por concesión Suya, en participación de su Suprema potestad.

Al final de la Misa, como siempre, luego de la Oración después de la Comunión y de los saludos protocolares o avisos -si los hubo-, el diácono anuncia solemnemente que en ese momento se impartirá la Bendición apostólica. Lo hace por medio de estas palabras:

"El Excelentísimo Señor N (nombra al Obispo o prelado), Obispo de esta Iglesia de N (nombra la diócesis), en nombre del Romano Pontífice, dará la Bendición con indulgencia plenaria a todos los aquí presentes que estén verdaderamente arrepentidos, se hayan confesado y recibido la Sagrada Comunión. 
Rogad a Dios por nuestro Beatísimo Papa N, por nuestro Obispo N y por la Santa Madre Iglesia, y esforzaos por permanecer en plena comunión con ella y en santidad de vida".

Luego, el Obispo, de pie y con mitra, extiende lass manos y dice:

"El Señor esté con vosotros".

Todos responden:

"Y con tu espíritu".

El diácono puede decir el siguiente invitatorio:

"Inclinaos para recibir la Bendición". (U otras palabras semejantes).

El Obispo pronuncia como de costumbre una Oración solemne que se encuentre en el Misal (o del Bendicional o Ritual, según el caso) y que sea la más adecuada para la celebración que él ha elegido.

Pero añade al final:

"Por la intercesión de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo, os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo y + Espíritu Santo. Amén".

(Lo hace trazando el signo de la cruz sobre el pueblo).

Oraciones sobre el pueblo

Se trata de treinta y dos formularios de plegarias que se anteponen al texto de la llamada Bendición simple, con la que se concluyen formando un todo. La última de estas oraciones es la propia para la celebración de un santo.
En la liturgia actual cada oratio super populum puede emplearse en cualquier Misa aunque el original latino del Misal las prescribe para el Miércoles de Ceniza, para los Domingos del Tiempo de Cuaresma, incluido el de Ramos o de la Pasión del Señor, y para la Acción litúrgica del Viernes Santo; y propone otras como optativas para las ferias cuaresmales.

La invitación Inclínense para recibir la bendición, hecha por un diácono, suele preceder a cada una de las Bendiciones anteriores.

Cada una de estas bendiciones solo puede impartirla un ministro sagrado, normalmente el que ha presidido la celebración, el cual puede asociar a sí en ese momento a los eventuales concelebrantes.


Bendición con el Santísimo

Siempre puede ser impartida por el sacerdote en lugar de cualquiera de las bendiciones anteriores. Él debe sujetar el copón (o la custodia u ostensorio, si ha habido antes un momento de adoración al Santísimo) con las extremidades del velo humeral, y trazar una cruz  a la asamblea reunida, de acuerdo con los establecido en el n. 99 del Ritual de la Sagrada Comunión y el Culto eucarístico fuera de la Misa).


Cuándo es oportuno emplear las diferentes Bendiciones solemnes

La de la Dedicación de una iglesia: en el día de dicha Dedicación o en la solemnidad de su aniversario; en la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán.

La de Adviento: en los domingos de este tiempo y en las ferias privilegiadas entre el 17 y el 24 de diciembre.

La de Navidad: en las cuatro Misas de la Natividad del Señor (Vigilia, Noche, Aurora y Día); durante los días de la infraoctava; el Domingo II después de Navidad.

La del Inicio del año civil: el 1° de enero, si no se ha empleado la de la Santísima Virgen María, sugerida para la solemnidad de su Maternidad Divina, celebrada en ese mismo día.

La de Epifanía: en las dos Misas de esta solemnidad (vigilia y día).

La de Cuaresma (donde los Misales la hayan incorporado): en los domingos de este tiempo, si no se opta por las Orationes super populum. No en el de Ramos, aunque se considere este el último Domingo del Tiempo cuaresmal.

La de Pasión: el Domingo de Ramos, y los días lunes, martes y miércoles santos; eventualmente, en la fiesta de la Exaltación de la Cruz.

La de Pascua: en la Vigilia pascual y en la Misa del Día de Resurrección -ya lo he dicho- es obligatoria. Además, en los domingos de este tiempo y en los días dentro de la Octava. 
La de la Ascensión: en las dos Misas de esta solemnidad (vigilia y día).
La del Espíritu Santo: en las Misas de esta solemnidad (vigilia y día). En las Misas rituales de Confirmaciones.

Las del Tiempo Ordinario: en los domingos de este tiempo; en las solemnidades que ocurran en él, como por ejemplo, Cristo Rey; en las fiestas del Señor que ocurran en los domingos de este tiempo y carezcan de Bendición solemne propia o apropiada: Presentación del Señor, Transfiguración del Señor; en las Misas que durante ese tiempo se celebren más solemnemente (sínodos, visitas pastorales, congresos eucarísticos, etc).

Los de la Virgen: en las tres solemnidades marianas del Calendario universal (Inmaculada Concepción, Maternidad Divina y Asunción -y en la Misa de Vigilia que posee solamente esta última-); en las solemnidades marianas de calendarios particulares de cualquier orden. Además, en algunas otras fiestas marianas celebradas con mayor solemnidad.

La de los Santos Pedro y Pablo: en las dos Misas de esta solemnidad (vigilia y día).

La de los Apóstoles: en las Misas de las fiestas de ellos, y más propiamente en las de aquellos calendarios particulares de cualquier orden que los celebren con el rango litúrgico de solemnidad.

La de Todos los Santos: en las Misas de la solemnidad homónima; eventualmente, en Misas de canonización o beatificación de varios hijos de la Iglesia.

La de un santo (donde los Misales la hayan incorporado): en las Misas de las dos solemnidades del Calendario universal que celebran a los dos santos más importantes que carecen de Bendición solemne propia: San José y San Juan Bautista; en las Misas de calendarios particulares de cualquier orden que celebren a un santo con el rango litúrgico de solemnidad; eventualmente, en Misas de canonización o beatificación de un hijo de la Iglesia.

La de Difuntos: en las Misas exequiales solemnes.


28 de mayo de 2017, (en algunos países, trasladada del jueves precedente), solemnidad de la Ascensión del Señor. Entrada dedicada a Jesucristo elevado al Cielo y sentado a la derecha del Padre.


miércoles, 24 de mayo de 2017

Guion: Domingo VII de Pascua


 

 
La siguiente Misa se celebra allí donde la solemnidad de la Ascensión del Señor no se ha trasladado a este domingo, conservando su día propio el jueves precedente.



Ciclo A

Introducción

Queridos hermanos:

Cuando falta una semana para la solemnidad de Pentecostés, en comunión con María, la Madre de Jesús, a imitación de los apóstoles, nos hemos reunido en esta iglesia (capilla/oratorio) para pedir y aguardar al Espíritu Santo, Don por excelencia de la Pascua de Jesús. 
Unamos nuestra voz a la plegaria incesante de la Madre Iglesia que, recibe con tanto  más entusiasmo la gracia de un nuevo Pentecostés cuanto más cerca está de la Jerusalén Celestial.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Hech. 1, 12-14

La comunión de oración entre María y los apóstoles, con Pedro a la cabeza, es modelo para la Iglesia de todos los tiempos y condición esencial para la infusión del Espíritu Santo prometido por Jesús.

Segunda lectura: I Ped. 4, 13-16

Desde el Domingo II de Pascua hasta este, que es el VII, el apóstol Pedro nos ha dirigido su palabra en la segunda lectura. Hoy nos enseña la diferencia entre el sufrimiento que es consecuencia de nuestro propio pecado y el que se padece por el nombre de Cristo, sufrimiento redentor, que es la llave de la gloria.

Evangelio: Jn. 17, 1-11a

También hoy la página evangélica nos propone una parte del "Discurso sacerdotal" de Jesús en su Última Cena.

El Señor, en el momento de su glorificación, en una solemne Plegaria, ruega por aquellos que el Padre le ha encomendado, entre los que estamos nosotros.


Oración de los fieles

R. Danos tu Espíritu Santo, Señor.

-Para que la jerarquía y los laicos de la Iglesia, vivan en la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Paráclito, en comunión con el Sucesor de Pedro. R.

-Para que los dirigentes de las naciones, guiados por ese mismo Espíritu, velen siempre preferencialmente por los más necesitados. R.

-Para que los cristianos de las diferentes confesiones, por medio de un diálogo respetuoso de la propia identidad y de las diferencias, avancen hacia la plena comunión en Cristo, que oró para que todos fuéramos uno. R.

-Para que las personas abandonadas u olvidadas en los geriátricos, hospitales u orfanatos, reciban de parte de quienes cuidan de ellos, el afecto y el respeto que la sociedad les niega. R.

 -Para que los que estamos aquí reunidos, profundicemos nuestra relación con el Espíritu Santo, que para muchos creyentes sigue siendo "el Dios desconocido". R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
   
"Padre misericordioso, que con el poder del Espíritu Santo has glorificado a tu Hijo, entregado a la muerte por nosotros, guarda a tu Iglesia, reunida como los discípulos con María en el Cenáculo: haz que en la alegría del mismo Espíritu gustemos la beatitud de aquellos que participan en los sufrimientos de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


Ofertorio

Con los dones eucarísticos, ofrecemos al Padre generoso los últimos frutos de este Tiempo pascual, que concluirá el próximo domingo, en Pentecostés, y le agradecemos por los dones recibidos cada día.


Comunión

Solo Tú, Jesús, Dios nuestro, puedes venir como Pan a nuestra alma sin dejar la gloria del Trono celestial junto a tu Padre. Solo Tú, puedes darnos el Espíritu que te resucitó de entre los muertos. Purifícanos, Señor, para que podamos recibirte a Ti y a ese Espíritu. Así, el Padre, que es también Uno Contigo, morará en nosotros.

Hermanos, comulguemos de tal manera que la Trinidad reine en nuestro corazón.


Despedida

En la semana que empieza, permanezcamos en oración con María, Reina de los Apóstoles, y tengamos la certeza de que el Espíritu Santo descenderá sobre nosotros para renovar nuestra vida y fortalecer nuestra fe.


24 de mayo de 2017, festividad de María, Auxilio de los cristianos. Entrada dedicada a ella.
 

Prefacio propio de María, Auxilio de los cristianos


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La Sociedad de San Francisco de Sales, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y el Instituto Secular de Voluntarias de Don Bosco celebran cada 24 de mayo a su Celestial Patrona, la Virgen María, Auxilio de los Cristianos, con el grado litúrgico de "solemnidad", y cantan estos himnos en el "Propio" la Liturgia de las Horas:


PREFACIO

V. El Señor este con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.



En verdad es justo darte gracias,
es bueno bendecir tu nombre,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos
en la solemnidad de la Virgen María,
Auxiliadora de los cristianos.

Porque ella, humilde esclava y modelo de toda virtud,
respondió plenamente a tu designio de amor
cooperando, por la obediencia de la fe
y el ardor de la caridad, a la obra de Cristo, nuestro Salvador.

Y, unida a Él en la gloria,
continúa su misión para con la Iglesia:
con cuidado materno ayuda y asiste a sus hijos 
en las luchas y en los peligros, 
mientras caminan hacia la Jerusalén del cielo.

Por este don de tu benevolencia,
el cielo y la tierra se unen en común alegría 
para cantar un cántico nuevo:

Santo, Santo, Santo...

O bien:

PREFACIO (Cf. Misas de la Virgen, formulario XLII, Tiempo Ordinario XXIV)

La Bienaventurada Virgen María, Madre y Auxiliadora del pueblo cristiano

V. El Señor este con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.


Porque has constituido a la Inmaculada Virgen María,
Madre de tu Hijo,
en Madre y auxiliadora del pueblo cristiano,
para que, bajo su protección,
participe valientemente en el combate de la fe,
persevere con fidelidad en la enseñanza de los apóstoles,
y camine seguro entre las dificultades del mundo,
hasta alcanzar gozoso la Jerusalén del cielo.

Por eso, Señor,
con todos los ángeles
te aclamamos ahora y por siempre, diciendo:

Santo, Santo, Santo...



24 de mayo de 2017, memoria litúrgica (para los salesianos, "solemnidad") de la Virgen María, Auxilio de los cristianos. Entrada dedicada a ella.

María Auxiliadora: himnos litúrgicos




La Sociedad de San Francisco de Sales, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y el Instituto Secular de Voluntarias de Don Bosco celebran cada 24 de mayo a su Celestial Patrona, la Virgen María, Auxilio de los Cristianos, con el grado litúrgico de "solemnidad", y le cantan estos himnos contenidos en el "Propio" la Liturgia de las Horas:


I Vísperas

¿Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer?
¿Quién sabrá tan bien loarte,
que no le falte saber?

Pues que para nos valer
tanto vales,
de remedio a nuestros males.

¡Oh, Madre de Dios y Hombre!
¡Oh, concierto de concordia!
Tú que tienes por renombre
"Madre de Misericordia":
pues para quitar discordia
tanto vales,
da remedio a nuestros males.

Tú que estabas ya creada
cuando el mundo se creó,
tú que estabas muy guardada
para Quien de ti nació,
pues por ti nos conoció;
si nos vales,
fenecerán nuestros males.

Tú que eres Flor de las flores,
tú que del Cielo eres Puerta,
tú que eres Olor de olores,
tú que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta,
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males. Amén.


Oficio de lectura (Del Común de la Virgen María)

María, pureza en vuelo,
Virgen de vírgenes, danos
la gracia de ser humanos
sin olvidarnos del Cielo.

Enséñanos a vivir;
ayúdenos tu oración;
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria.
Y gloria por esta gloria
que alegra a la cristiandad. Amén.


Laudes

Te llamo todas las cosas
cuando te llamo, María.
Madre de Dios, Madre mía
Auxiliadora.

Virgen vestida de Sol,
Virgen purísima, Aurora,
Madre de Cristo, María
Auxiliadora.

Estrella de la mañana,
que nos alumbra y nos guía,
Puerta del Cielo, María
Auxiliadora.

Puente que nos da la mano
desde la orilla a la orilla,
mano maternal, María
Auxiliadora.

Abogada y Medianera,
socorro que Dios envía
para alentarnos, María
Auxiliadora.

Esperanza y alegría
de la juventud, y luz
de nuestras almas, María
Auxiliadora.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por la Madre Auxiliadora,
suba hasta Dios nuestro canto. Amén.

 
II Vísperas

En las Bodas de Caná
tú estás con los invitados,
con los sentidos clavados
en lo que ocurriendo está.

Y cuando el gozo ha prendido
y en los corazones salta,
nadie advierte que les falta
lo que tú sí has advertido.

Y para que el regocijo
no se ausente en ese día,
tu corazón lo confía
maternalmente a tu Hijo.

Y así, con esa manera
de estar, tu actitud previno
que no les faltara vino
y la alegría cundiera.

Haz, Madre, que desde ahora
llevemos en nuestra mente
grabada profundamente
tu imagen auxiliadora. Amén.



24 de mayo de 2017, memoria litúrgica (para los salesianos, solemnidad) de la Virgen María, Auxilium christianorum. Entrada dedicada a ella.


 


lunes, 22 de mayo de 2017

Prefacio propio de santa Rita de Casia, religiosa




La Orden de San Agustín celebra la fiesta de santa Rita de Casia cada 22 de mayo, y emplea el siguiente Prefacio:


PREFACIO

 El amor fue el peso de santa Rita

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.


En verdad es justo y necesario, 
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, 

Dios todopoderoso y eterno.

Porque nos has dado en santa Rita 

un modelo insigne de amor a ti,
y en ti y por ti, a todos los hombres.

El amor fue el peso de su vida
y por él fue llevada 

a través de todos los estados
de su peregrinación por este mundo,
meditando continuamente 

la Pasión salvadora de tu Hijo.

Convertida en ejemplo de penitencia 

y humildad, llegó al grado 
sublime de la caridad,
que lleva a los hombres por la cruz
a la alegría verdadera 

y a la luz de la resurrección.

Por eso, con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales,

cantamos sin cesar el himno de tu gloria...

Santo, Santo, Santo...



22 de mayo de 2017, festividad de santa Rita, religiosa.
Entrada dedicada a ella.

Bendición de las rosas y del aceite de santa Rita de Casia





Texto oficial: negro.
Oración de bendición: negrita.
Comentarios del blog: azul.


La parte V del Ritual de la Orden de San Agustín posee una introducción general para las bendiciones, a la que remitimos aquí. Esta es la sexta bendición que propone: (se conservan números y letras del mentado Ritual)


f) Bendición de las rosas y del aceite de Santa Rita de Casia.

Fundamento del rito:

615. Cuando Santa Rita yacía en cama, enferma de muerte, pidió una rosa del jardín de su casa natal. Esto sucedía en pleno invierno. Sin embargo, una bella rosa se encontró donde Sta. Rita dijo que estaría. Desde entonces este signo floral de las rosas ha estado relacionado con Santa Rita. El perfume de las rosas, significando el aroma de ejemplaridad de Santa Rita, se sigue difundiendo entre los hombres y las mujeres de nuestro tiempo.

616. Bendición de las rosas de Sta. Rita

Tópico de la oración: Pedido de salud corporal y espiritual; aceptación de la propia cruz.

Oh, Dios, que santificas todo con tu Palabra, derrama tu bendición + sobre estas rosas que te presentamos en honor de Santa Rita, y, por la Cruz y Resurrección de tu Hijo, concede bondadoso, a quienes las usen piadosamente, alivio y salud en la enfermedad, y constancia para seguir cotidianamente a tu Hijo, llevando, con acción de gracias, la propia cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.


O bien:

Tópico de la oración: alabanza a Dios Creador  e imitación de las virtudes de santa Rita.

Señor, Dios nuestro, creador de todo lo bello, el esplendor de estas rosas es reflejo de tu gloria. Derrama tu bendición + sobre ellas y concede a tus fieles,  reunidos en la celebración de la fiesta de Santa Rita de Casia, que, así como devotamente llevarán las rosas a sus casas, puedan siempre alabarte por la belleza con que has revestido tu creación e imitar las virtudes de Santa Rita, con las que ella anunciaba tu Reino, donde vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/. Amén.


617. Bendición del aceite de Santa Rita de Casia

Tópico de la oración: pedido de fortaleza para cargar la propia cruz y eterna felicidad del Cielo.

Padre de misericordia, tu Hijo, antes de partir de este mundo hacia Ti, colgó del madero de la Cruz y con su Sangre reconcilió Contigo la familia humana. Mira con bondad a estos fieles tuyos que usan este aceite encomendándose a la intercesión de Santa Rita de Casia. Dales fortaleza para cargar con su cruz de cada día, de tal modo que, caminando por las sendas del Evangelio, puedan alcanzar gozosamente la mansión celestial. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.


Rito de conclusión

618. El celebrante concluye el rito, diciendo con las manos extendidas sobre los presentes:

Dios, que en Cristo nos ha revelado su gloria, haga que vuestra vida sea imagen suya, para que podáis un día gozar de su presencia gloriosa.

R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os  acompañe siempre.

R/. Amén.

Fuente: http://www.oalagustinos.org/for/RitualOrdeSanAgustin.pdf


22 de mayo de 2017, memoria litúrgica de santa Rita, religiosa. Entrada dedicada a ella.

Santa Rita de Casia, religiosa: himnos litúrgicos





La Orden de San Agustín celebra la fiesta de santa Rita de Casia el 22 de mayo, y canta en su honor los siguientes himnos:

 
Oficio de Lectura

¡Cómo subliman, santa Rita heroica,
tus lágrimas asiduas el dolor,
cuando la humana dicha presentida,
como una sombra, de tu vida huyó!

Tú que sabes de lágrimas fecundas
y del secreto de sufrir por Dios,
muéstranos el camino del Calvario,
que es camino de redención.

Rosas y espinas, duelos y alegrías
fueron el fruto de tu vocación;
y son la recompensa de una vida
que en el dolor la gracia sublimó.

Ruega por los que vamos de camino
y somos tributarios del dolor;
y que el ejemplo claro de tu vida
y el ejercicio vivo de tu amor,
sean para nosotros luz y guía
y signo cierto de salvación.

Gloria a Dios Padre sea dada siempre
y honor y gloria a Cristo Redentor,
y al Espíritu Santo que es Origen
indeficiente del eterno Amor. Amén.


 
Laudes

Las madres y las vírgenes invocan
tu nombre, y las esposas del Señor;
de ti imploran las almas sin ventura,
oh, Rita, protección.

Si el sacrificio maceró tu vida,
en tu vida la gracia dio su flor,
y si una espina floreció en tu frente,
fue signo de tu amor.

Danos, oh, Rita, conocer al Padre,
y conocer a Cristo Redentor,
y alcanzar los carismas del Espíritu
para llegar a Dios. Amén.

 

Vísperas

Gloria a tu nombre, serafín de Umbría,
ángel custodio del cristiano hogar,
consuelo de los pobres y los huérfanos,
refugio del dolor, iris de paz.

Absorta en la visión del Sol eterno,
envíanos un rayo de su luz,
que alumbre nuestros pasos y los guíe
a la Mansión de paz do vives tú.

Aclamemos contigo al Verbo eterno,
que nos amó con infinito amor, 
y al Padre y al Espíritu Divino
la gloria sea siempre y el honor. Amén. 


22 de mayo de 2017, memoria litúrgica de santa Rita de Casia, religiosa.
Entrada dedicada a ella.


domingo, 21 de mayo de 2017

Introducción al Rito de bendición en la Orden de San Agustín






La parte V del Ritual de la Orden de San Agustín está reservada a las "Bendiciones" propias de la Orden; se consideran como apéndice del Bendicional, que es el libro que contiene el elenco oficial de las bendiciones aprobadas por la Iglesia. Se conservan los números tal y como se hallan en dicho Ritual.

La introducción para cada bendición es la misma, que transcribo a continuación, junto con la primera de ellas, la "bendición común": -Cf. infra, a-. He dedicado una entrada para cada una de las otras cinco, a las que se puede acceder desde la página principal del blog, cliqueando donde dice "Apéndice del Bendicional".



1. RITO DE LA BENDICIÓN

596. El presente rito debe utilizarse en la bendición de objetos religiosos que se usan para la práctica de ejercicios piadosos.

597. Principalmente en los santuarios o lugares de peregrinación que se distinguen por la afluencia de fieles, esta bendición de objetos piadosos suele efectuarse en una celebración común y puede incluirse de modo conveniente en las celebraciones que tienen lugar para los peregrinos.

598. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote y el diácono, los cuales, respetando su estructura y elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias del momento y de las personas.

599. Si la bendición se celebra para un solo objeto, el ministro puede emplear el Rito breve indicado al final de este capítulo o, en determinadas circunstancias, sólo la fórmula breve descrita en el número.

Introducción

600. Reunido el pueblo, el celebrante dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, + del Espíritu Santo.

R/. Amén

601. Luego el celebrante saluda a los presentes con las siguientes palabras u otras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura:

+La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor, estén con todos vosotros.

R/. Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

602. El celebrante dispone a los presentes para la celebración de la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Los objetos piadosos que habéis traído para bendecir muestran, cada uno a su manera, vuestra fe, ya que sirven para recordar el amor de nuestro Señor, o también para aumentar vuestra confianza en la ayuda de la Santísima Virgen María y de los santos. Al pedir la bendición del Señor sobre estos objetos (imágenes), lo que hemos de procurar ante todo es dar el testimonio de vida cristiana que de nosotros exige el uso de estos objetos.

Lectura de la Palabra de Dios

603. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura, seleccionado principalmente entre los que se proponen a continuación. También pueden emplearse otros textos adecuados al rito.

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol San Pablo a los Corintios (2 Cor 3, 17b-4):
Reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen.
Donde hay Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu. Por eso, encargados de este ministerio por misericordia de Dios, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad vergonzante, dejándonos de intrigas y no adulterando la Palabra de Dios; sino que, mostrando nuestra sinceridad, nos recomendamos a la conciencia de todo hombre delante de Dios.

Palabra de Dios.

Para bendecir aceite: Mc 6, 7-13 (curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite) o Lc 10, 30-37 (le curó poniendo aceite y vino en sus heridas).

Para bendecir rosas: Eclo 24, 1-17 (como un rosal de Jericó) o 2 Cor 2, 14-17 (somos como aroma de incienso que Cristo ofrece a Dios) o Mt 6, 25-34 (aprended de las flores del campo).

Para bendecir pan: 1Re 19, 3-8 (con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches) o Sab 16, 20-21. 24-26 (para que aprendieran tus hijos queridos) o Jn 6, 27-35 (no trabajéis por el alimento que se acaba).

604. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial, por ejemplo, el salmo 122 (123) u otro canto adecuado, intercalando el responsorio:

R. (1) A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo.

605. Después de la lectura se hace oportunamente la homilía, en la cual el celebrante explica la lectura y el significado del rito.

Oración de los fieles

606. Antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras directamente relacionadas con las circunstancias de los presentes o del momento.

Nosotros, hermanos, no queremos tener una apariencia de piedad, sino que la profesamos de corazón; por esto, invoquemos al Señor, diciendo:

R./. Envíanos, Señor, el espíritu de piedad.

1. Dios clementísimo, que quieres que recordemos siempre tus maravillas, haz que la visión corporal de estos objetos materiales nos eleve a la contemplación de los signos de tu misericordia. R/.

2. Tú que deseas que te demos culto en espíritu y verdad, concédenos que, con la ayuda de estos objetos (imágenes) y de lo que significan, practiquemos siempre la justicia y la piedad. R/.

3. Tú que, por medio de tu Hijo, nos diste el mandato de orar siempre, haz que, dedicándonos a la oración, podamos llevar una vida con toda piedad y decoro. R/.

4. Tú que, en tu Iglesia, distribuyes de manera admirable diversidad de ayudas para nuestra santidad y piedad, haz que lo que recibimos de manos de la Iglesia lo utilicemos para crecimiento de ella. R/.

607. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el celebrante dice:

Oremos.

Y todos oran durante algún tiempo en silencio.

Oración de bendición

608. El celebrante, con las manos extendidas, pronuncia la oración de bendición:

a) Bendición común

Bendito seas, Señor, fuente y origen de toda bendición, que te complaces en la piedad sincera de tus fieles; te pedimos que atiendas los deseos de tus servidores y les concedas que, llevando consigo estos signos de fe y piedad, se esfuercen por irse transformando en la imagen de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

La precedente oración es la primera que propone el Ritual de la Orden. Las siguientes bendiciones con su respectiva conclusión se hallan en otras entradas particulares de este blog.


21 de mayo de 2017, Domingo VI de Pascua. En vísperas de la festividad de santa Rita, religiosa. Entrada dedicada a ella.


miércoles, 17 de mayo de 2017

"Declaración sobre los fragmentos de Hostias consagradas"




 SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

DECLARACIÓN SOBRE LOS FRAGMENTOS DE HOSTIAS CONSAGRADAS

Dado que se solicitaron orientaciones a la Sede Apostólica sobre el modo de actuar respecto de los fragmentos de las hostias, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el 2 de mayo de 1972 (prot. n. 89/71), hizo pública la siguiente declaración:

Habiendo llegado a la Santa Sede preguntas sobre los fragmentos que quedan después de la santa Comunión, esta Sagrada Congregación, tras haber consultado a las Sagradas Congregaciones para la Disciplina de los Sacramentos y del Culto Divino, ha estimado responder como sigue:

Después de la Sagrada Comunión, no solamente las hostias que quedan y las partículas que de ellas se han desprendido y conservan el aspecto exterior de pan deben ser conservadas o consumidas reverentemente, por razón de la veneración debida a la presencia eucarística de Cristo, sino también respecto a los demás fragmentos, se deben observar las prescripciones relativas a la purificación de la patena y del cáliz que figuran en los n. 120, 138 y 237-239 de la Institución general del Misal Romano, en el Ordinario de la Misa con el pueblo, n. 138, y sin pueblo n. 31. En cuanto a las hostias que no se consumen inmediatamente, el ministro idóneo debe llevarlas al lugar destinado para conservar la Santísima Eucaristía (cf. Institución general del Misal Romano, n. 276).


17 de mayo de 2017, miércoles de la semana V de Cuaresma.
Conmemoración de san Pascual Baylón, patrono de Congresos Eucarísticos. Entrada dedicada a él.


martes, 16 de mayo de 2017

Guion: Domingo VI de Pascua


  



Formulario de Misa: aquí.


Ciclo A

Introducción

"A la alegría de celebrar la Eucaristía en el día del Señor, se suma el júbilo espiritual del Tiempo de Pascua, que ya ha llegado al sexto domingo". (S.S. Benedicto XVI, homilía del 27/04/08).

Dos domingos faltan aún para que concluya este Tiempo de gracia que la Iglesia nos ofrece para que meditemos sobre el gran amor de Dios que ha entregado a su Hijo a la Muerte y Lo ha resucitado con la fuerza de su Espíritu para que fuéramos salvos.

En cada momento, pero sobre todo cuando estamos, como ahora, en torno al Altar, sigamos viviendo intensamente el Tiempo pascual como un único gran domingo de gozo,  alabanza y gratitud al Padre.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Hech. 8, 5-8. 14-17

La predicación del diácono Felipe lleva alegría a la comunidad de Samaría. Y hoy, a la nuestra, "porque donde llega el Evangelio, florece la vida; como un terreno árido que, regado por la lluvia, inmediatamente reverdece". (S.S. Benedicto XVI, Regina Caeli del 29/05/11).

Segunda lectura: I Ped. 3, 15-18 o 4, 13-16

"El apóstol Pedro, que nos ha dirigido la palabra durante gran parte del Tiempo pascual, nos enseña que el proyecto del Padre Celestial se lleva a cabo con la Muerte y la Resurrección de Jesús, y abraza a los hombres de todas las razas y de todos los tiempos", quienes están llamados a dar razón de su esperanza. (Cf. San Juan Pablo II, homilía del 09/05/99 en Bucarest, Rumanía).

Evangelio: Jn. 14, 15-21 o 17, 1-11a

“Si me amáis”.

"Jesús pronunció estas palabras durante la Última Cena, en el mismo momento en que instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Aunque estaban dirigidas a los Apóstoles, en cierto sentido se dirigen a todos… Hoy las volvemos a escuchar como una invitación a vivir cada vez con mayor coherencia nuestra vocación en la Iglesia". (S.S. Benedicto XVI, homilía del 27/04/08).

Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa en la fiesta de la Presentación del Señor, presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro el 2 de febrero de 2017, XXI Jornada de la Vida Consagrada:

Agradecidos al Señor por habernos llamado a su seguimiento para difundir entre nuestros hermanos la luz del Evangelio, dirijámosle nuestra oración confiada:

R. Señor, ten piedad.

-Da al Santo Padre sabiduría y perseverancia. R.

-Custodia a los obispos y a los sacerdotes en la verdad y en la caridad. R.

-Guía a las personas consagradas a la santidad y a la vida plena. R.

-Sostén a los cristianos perseguidos con la esperanza y la fortaleza. R.

-Suscita en los gobernantes el deseo del bien y la pasión por el hombre. R.

-Convierte los corazones de los pecadores con tu gracia y tu misericordia. R.

-Renueva en los esposos cristianos la generosidad del amor y del perdón. R.

-Haz surgir numerosas vocaciones al sacerdocio y  a la vida consagrada. R.

-Consuela a los que están solos y abandonados con tu presencia y compañía. R.

-Abre las puertas del paraíso a los moribundos y a los fieles difuntos. R.

Oración conclusiva

"La luz de tu Hijo, oh, Padre, colme nuestra vida de belleza, de alegría y de dulce esperanza; seguros de que eres fiel a toda promesa, te rogamos que renueves tu misericordia por nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
   
"Oh, Dios, que nos has redimido por medio de Cristo, tu Hijo, entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado a la vida inmortal, confírmanos con tu Espíritu de verdad, para que en la alegría que viene de Ti, estemos resueltamente dispuestos a responder a todo aquel que nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Con los gozos espirituales propios de los días de Pascua, se entretejen los sinsabores de nuestra hora presente. Así fue y será siempre la vida de los hombres: un ramillete de alegrías y tristezas. Depositémoslo sobre el Altar junto al pan y al vino para que, unido ellos, adquiera valor redentor.


Comunión

Antes de comulgar, meditemos el gran amor que impulsó a Jesús para dejarnos el Sacramento de su Cuerpo y su Sangre:

¡Alabado sea por siempre Jesús Sacramentado!

"¡Qué combates ha tenido que sostener contra las exigencias de su propia gloria, sacrificando su libertad, su cuerpo, su persona, y rebajándose hasta el límite de la nada, sin condiciones de tiempo ni lugar, abandonándose así al amor como al odio de sus enemigos, sin otra defensa que su propio amor!" (Cf. San Pedro Julián Eymard, Amor a la Eucaristía: Directorio para su adoración, II).


Despedida

La bendición final de la Misa siempre es un envío misionero para anunciar a todos que Cristo Resucitado vive y actúa entre nosotros hasta el final de los tiempos.


16 de mayo de 2017, martes de la semana V de Pascua.
Conmemoración de san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir del sigilo sacramental. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 14/5/23).

lunes, 15 de mayo de 2017

Bendición de los campos, las tierras de cultivo y los terrenos de pasto





Texto comentado

Bendicional:
en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial consideración).
Comentarios del blog: azul.

El capítulo XXIV del Bendicional, en  la parte correspondiente a las "bendiciones de construcciones y actividades", ofrece la siguiente bendición:

BENDICIÓN DE LOS CAMPOS, LAS TIERRAS DE CULTIVO Y LOS TERRENOS DE PASTO

827. Con este rito los fieles manifiestan (primera intención del rito) su agradecimiento a Dios, que con amor inefable creó el mundo y lo confió al cuidado del hombre, para que éste, con su trabajo asiduo, proporcionara a los hermanos lo necesario para el sustento.

Cuándo puede emplearse:

828. Este rito puede emplearse en aquellas ocasiones más adecuadas de la vida agrícola, de manera que, con la ayuda de la oración, se santifique el trabajo humano, y la bendición del Señor acompañe las alternativas de las estaciones y sus faenas correspondientes. (Segunda intención del rito).
829. Este rito pueden usarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para él.

830. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.

RITO DE LA BENDICIÓN

RITOS INICIALES

831. Reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado ("adecuado" en el sentido de "pertinente", o sea, de carácter religioso, pues se trata de la liturgia de un sacramental), terminado el cual, el ministro dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

832. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los présenles, diciendo:

Dios, que es admirable en sus obras, esté con todos vosotros.

U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

833. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:

Bendigamos unánimes a Dios, que nos concede el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra.

Todos responden:

Amén.

834. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Bendigamos a Dios, que con su omnipotencia creó la tierra y con su providencia la enriquece, y la dio a los hombres para que la cultivasen y de ella sacasen los frutos con que sustentar su vida. Al mismo tiempo que damos gracias a Dios por su generosidad, aprendamos también, según las palabras del Evangelio, a buscar sobre todo el Reino de Dios y su justicia, ya que entonces todo lo que necesitemos se nos dará por añadidura.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

835. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Gn 1, 1. 11-12. 29-31: Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis:

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios:
—«Produzca la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.»
Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.
Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios:
—«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.»
Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Palabra de Dios.

836. O bien:

Dt 32, 10c-14: Dios puso al pueblo a caballo de sus montañas y lo alimentó con las cosechas de sus campos

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Deuteronomio:

Dios rodeó a su pueblo cuidando de él, lo guardó como a las niñas de sus ojos. Como el águila incita a su nidada, revolando sobre los polluelos, así extendió sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas. El Señor solo los condujo, no hubo dioses extraños con él. Los puso a caballo de sus montañas y los alimentó con las cosechas de sus campos; los crió con miel silvestre, con aceite de rocas de pedernal; con requesón de vaca y leche de ovejas, con grasa de corderos y carneros, ganado de Basan y cabritos, con la flor de la harina de trigo, y, por bebida, con la sangre fermentada de la uva.

Palabra de Dios.

837. Pueden también leerse: Mt 6, 25-34; Mc 4, 26-29.

838. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial

Sal 103 (104), l-2a. 14-15. 24. 27-28 (R.: 24c)

R. La tierra está llena de tus criaturas, Señor.

Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

839. O bien:

Sal 64 (65), 10. 11-12. 13-14. R. (6) Nos respondes, Dios, salvador nuestro.

Sal 106 (107), 35-36. 37-38. 41-42. R. (Ib) Dad gracias al Señor porque es bueno.

840. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

PRECES

841. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Dios providente, Padre de todos, se preocupa amorosamente por sus hijos y los alimenta y protege, bendiciendo la tierra para que dé los frutos para el sustento del hombre. Invoquémoslo con espíritu filial, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.

Tú que por el apóstol Pablo nos llamaste campo tuyo, haz que, cumpliendo en todo momento tu voluntad, vivamos siempre unidos a ti. R.

Tú que nos enseñaste que somos sarmientos de aquella vid que es Cristo,
—haz que, permaneciendo en tu Hijo, demos fruto abundante. R.

Tú que bendices la tierra y la enriqueces sin medida,
—haz que nuestros campos, con tu bendición, produzcan el alimento que necesitamos. R.

Tú que multiplicas el trigo, con el cual nos das el pan nuestro de cada día y el alimento de la Eucaristía,
—concédenos cosechas abundantes con el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra. R.

Tú que alimentas a los pájaros del cielo y vistes a los lirios del campo,
—enséñanos a no estar agobiados pensando qué vamos a comer o con qué nos vamos a vestir, sino a buscar sobre todo tu reino y tu justicia. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

842. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el ministro dice:

Oremos.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.

Luego dice la oración de bendición.

ORACIÓN DE BENDICIÓN

843. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Señor, Padre santo, que mandaste al hombre que guardara y cultivara la tierra, te suplicamos con humildad que nos concedas siempre cosechas abundantes, des fertilidad a nuestros sembrados, y, alejando de nuestros campos las tormentas y el granizo, las semillas puedan germinar con abundancia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


844.
O bien:

Oh, Dios, que ya en el principio del mundo ordenaste en tu providencia que la tierra germinara hierba verde y produjera toda clase de frutos, y proporcionas semilla para sembrar y pan para comer, te pedimos que esta tierra, fecundada por tu bondad y cultivada por el trabajo del hombre, rebose de frutos abundantes, y tu pueblo, colmado de tus dones, te alabe sin cesar ahora y siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


CONCLUSIÓN DEL RITO

845. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:

Dios, fuente de todos los bienes, os bendiga + y dé fecundidad a vuestro trabajo, para que podáis alegraros de sus dones y proclamar siempre sus alabanzas.

R. Amén.

846. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:

Dios, fuente de todos los bienes, nos bendiga y dé fecundidad a nuestro trabajo, para que podamos alegrarnos de sus dones y proclamar siempre sus alabanzas.

R. Amén.

847. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

15 de mayo de 2017, memoria litúrgica de san Isidro Labrador. Entrada dedicada a él.

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