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sábado, 30 de noviembre de 2019

Tiempo de Adviento: himnos litúrgicos


Parusía
 

Los siguientes son los himnos propios del original en latín de la Liturgia de las Horas para el bendito Tiempo de Adviento, traducidos al español:


Desde el Domingo I hasta el 16 de diciembre, inclusive

I y II Vísperas: Conditor alme
 
Oh, Cristo, Creador santo de los astros, 
Luz eterna de tus fieles, 
escucha Tú, Redentor del mundo, 
la plegaria de quienes te invocan. 

Compadecido de que el orbe enfermo pereciese, 
a causa de la ruina que provocó el pecado, 
Tú mismo te ofreciste como remedio 
para infundir la salvación a los culpables.

Y así, como sale el esposo de su tálamo naciste, 
en el atardecer del mundo, 
de las purísimas entrañas de una Madre Virgen.

Toda la creación dobla su rodilla ante el imperio 
de tu poder y los Cielos y la tierra se confiesan 
sumisos al beneplácito de tu voluntad.
 
Llenos de fe te pedimos, futuro Juez del mundo, 
que sintamos en nuestra vida tu protección 
frente a los dardos del traidor Enemigo.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti 
y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.


Oficio de lectura: Verbum supernum
 
Oh, Cristo, Verbo Divino, engendrado como Luz 
que sale del Padre, que, pasado el tiempo, 
quisiste nacer como remedio para el mundo.
 
Ilumina ahora nuestros corazones y enciéndelos 
con tu Fuego para que, al escuchar el anuncio 
de la Buena Nueva, consigan desterrar toda vileza.

Y así, una vez que hayas examinado, como Juez, 
lo íntimo de nuestras conciencias, 
premia con el Reino las obras santas y buenas 
y da su merecido a las malas.

Que no nos sintamos angustiados, al fin, por los males, 
según lo que merecen nuestras culpas, antes bien, 
haznos conciudadanos de los Santos para siempre en el Cielo.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo a Ti 
y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.


Laudes: Vox clara
 
Escuchad cómo resuena la voz clara 
que pone en fuga a las tinieblas: 
que se retiran deprisa los sueños; 
ya brilla Cristo en las alturas.
 
¡Álzate, alma dormida!, que yaces enredada 
en tus culpas; porque ya reluce la nueva Estrella, 
para espantar con su fulgor todo pecado.

Desde el Cielo es enviado el Cordero, 
para saldar gratuitamente la deuda: nosotros, 
entre voces y llantos, imploremos su misericordia.

Para que cuando vuelva por segunda vez 
y el mundo se vea ceñido por el temor, no nos castigue 
según nuestros delitos, sino que nos acoja en su inmensa piedad.

Al Padre Omnipotente, la gloria, 
a su Unigénito, la victoria, y al Espíritu Santo, 
la alabanza, por los siglos de los siglos. Amén.


Desde el 17 de diciembre hasta el 24, inclusive

I y II Vísperas: Verbum salutis

Acoge en tus purísimas entrañas, 
oh, bienaventurada Virgen María, 
al Verbo que viene a salvar al mundo, 
a la Palabra que pronuncian los labios del Padre.
 
Te alumbra ahora desde lo alto 
la sombra fecunda del Espíritu, y llevas contigo 
a Cristo, el Hijo consubstancial al Padre.

Tú eres la Puerta siempre cerrada 
de ese sagrado Templo, cuyos atrios 
sólo franquea el Príncipe nobilísimo.

Desciende ya sobre la tierra el Señor prometido 
desde antiguo a los Profetas, nacido antes del lucero, 
y anunciado por Gabriel.

Que los Ángeles se alegren y todos los pueblos exulten 
también de júbilo: siendo el Sublime, viene anonadado, 
para salvar lo que estaba perdido.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, 
y gloria también al Padre, con el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.


Oficio de lectura: Veni, Redemptor
 
Oh, Cristo, Redentor de los pueblos, 
ven y muéstrate recién nacido de la Virgen: 
que el mundo entero se asombre porque sólo a Dios 
se debe un Nacimiento semejante.
 
Pues, no por obra de varón, 
sino mediante un místico Soplo, 
floreció el fruto del vientre 
y el Verbo de Dios se hizo Carne.

Se dilatan las entrañas de la Virgen, 
sin dejar de estar selladas por el pudor 
y brillan las banderas de todas las virtudes 
porque Dios se halla en su Templo.

Que salga ya de su tálamo, de ese palacio purísimo, 
el que es inconmensurable, como Dios y como Hombre, 
para recorrer decididamente su camino.

Coeterno con el Padre, ceñido de nuestra misma carne, 
fortalecerá siempre con su poder, 
nuestro cuerpo tan frágil.

Esta Noche, como nunca otra, 
comienza a exhalar una luz nueva, 
que hace relucir tu pesebre, 
encendido siempre de fe.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, 
a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.


Laudes: Magnis prophetae
 
A grandes voces los Profetas anuncian la llegada de Cristo, 
que viene para redimimos con su gracia, 
pregonera de nuestra feliz salvación.
 
Así, al despuntar el alba, nuestros corazones 
se desbordan de alegría, porque ya suena 
esa voz gratísima, que es mensajera de gloria.

Éste fue el primer adviento, que no tuvo por fin 
castigar al mundo, sino limpiar la herida, 
salvando lo que estaba perdido.

El segundo, sin embargo, nos avisa que Cristo 
ya está a la puerta para coronar a sus Santos 
y abrirles el Reino de los Cielos.

Junto con la promesa de una Luz eterna, 
se nos revela una estrella salvadora, 
cuyo brillo esplendoroso nos convoca 
a la herencia de la Patria del Cielo.

Suspiramos, Señor, por contemplarte, 
como Dios verdadero que eres, y que esa misma visión 
se eternice en un perenne cántico de alabanza.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, 
a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, 
por los siglos de los siglos. Amén.

 
30 de noviembre de 2019, I vísperas del Domingo I de Adviento.
Entrada dedicada a Cristo, Justo Juez de la historia.
 

2 comentarios:

  1. ¿Este 12 de diciembre, se traslada el día de la Virgen de Guadalupe al día 13 por coincidir en domingo de Adviento?

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    Respuestas
    1. En el continente americano se omite en este año, por celebrarse con el rango litúrgico de "fiesta". Allí donde se celebra como "solemnidad", las normas litúrgicas establecen que se traslade al lunes 13, salvo que la Santa Sede haya hecho una concesión especial, como tengo entendido que sucede en México.

      Sin concesión explícita de la Sede Apostólica ninguna celebración puede preferirse antes que los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua.

      El Mesías, Juez de vivos y muertos, te conceda vivir plenamente este tiempo de Adviento, y la Madre de Guadalupe interceda para que así sea.

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