Los siguientes son los himnos litúrgicos del "Común de Mártires", extraídos de la versión en latín de la liturgia de las Horas y traducidos al español:
Muchos mártires
I y II Vísperas: Sanctorum meritis: (para santos varones y mujeres, cambiando género de pronombres)
Cantemos, hermanos,
los gozos bien merecidos
de estos Santos
y sus hechos heroicos,
pues nuestro ánimo
gusta de ensalzar con himnos
a esta raza de vencedores.
Oh, Cristo, Rey del Cielo,
estos (estas) son los que el mundo retuvo y aborreció,
pero ellos (ellas) te siguieron, menospreciándolo como desierto reseco donde no hay flores.
Ellos (Ellas) sufrieron por Ti todo género de furias y crueldades, pero ni se quejaron ni murmuraron; antes bien, su alma serena conservó la paciencia en el silencio de su corazón.
¿Qué voz o qué lengua podrá cantar los dones que reservas para los Mártires? Porque ellos, teñidos de la sangre que derramaron, se ciñen ahora con los laureles de su triunfo glorioso.
Te suplicamos, oh, Dios Uno y Trino, que purifiques nuestras culpas, que ahuyentes nuestros males y concedas a tus siervos la paz y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Oficio de lectura: Rex gloriose
Oh, Rey glorioso de los Mártires, Corona de los que te confiesan, que elevas hasta el Cielo, a los que menosprecian lo terreno.
Presta oído atento a nuestras voces: y mientras celebramos estos triunfos sagrados, perdona nuestras ofensas.
Tú eres, Señor, quien vences en los Mártires y absuelves a los que te confiesan, vence, también nuestros pecados, otorgándonos tu perdón.
Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito, y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Laudes: Æterna Christi munera
Cantemos con ánimo gozoso los dones eternos de Cristo, las victorias de los Mártires y la gloria que merecen.
Alabemos a los Príncipes de la Iglesia, triunfadores del combate soldados de la Corte del Cielo y espléndidos luceros del mundo.
Vencido el humano temor y despreciados los tormentos, en el trance de su muerte santa, consiguen la Luz perpetua.
Vierten su sangre sagrada a manos del verdugo cruel, pero nunca se doblegan, porque les anima la esperanza de la vida eterna.
La fe devota de los Santos, la esperanza invencible de los creyentes y la plenitud del Amor de Cristo, derrotan al Príncipe de este mundo.
En ellos triunfa la gloria del Padre, en ellos, el Amor del Espíritu, en ellos exulta el Hijo y el Cielo desborda de gozo.
Te pedimos, Señor, Redentor nuestro, que te dignes reunir a tus siervos suplicantes con el coro de los Mártires por los siglos de los siglos. Amén.
Oficio de lectura: Beate martyr (para un mártir varón o mujer, cambiando género gramatical):
Mártir bienaventurado haznos dichosos en el día de tu martirio triunfal, cuando se te entrega como vencedor, la corona que es el precio de tu sangre.
Vencidos el juez, y tu verdugo, este día te llevó, desde las tinieblas del mundo, al Cielo para, lleno de júbilo, devolverte a Cristo.
Hoy, compañero de los Ángeles, has sido revestido con la estola de gloria que, como indómito testigo, habías, lavado, en los arroyos de tu sangre.
Asístenos y acoge ahora nuestras preces, de modo que Cristo, ya propicio, incline hacia los suyos su oído favorable, y no tome en cuenta nuestras culpas.
Desciende por un momento aquí, entre nosotros, trayéndonos el favor de Jesús para que nuestras almas abrumadas, sientan el alivio de su indulgencia.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que, en el Palacio del Cielo, te ciñeron la corona de gloria. Amén.
Oficio de lectura: O Christe, Flos convallium (para una virgen y mártir)
Oh, Cristo, Flor de los valles, hacia Ti se eleva nuestra alabanza, que quisiste honrar a esta virgen con la palma gloriosa del martirio.
Confiesa, intrépida, su fe, sabia, prudente, fuerte, y, por Ti, recibe, impertérrita, aquel suplicio cruel.
Así, despreciando al Príncipe de este mundo y enriquecida con tu gracia, al vencer en su cruento combate, mereció el Premio eterno.
Oh, piadoso Redentor, haz que por la participación en los méritos de esta santa, podamos también nosotros gozar, con alma pura, de los sagrados frutos de tu Pasión.
Gloria a Ti, Jesús, que has nacido de la Virgen, y también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos sin término. Amén.
Laudes: Martyr Dei (para varón o mujer mártir)
Oh, mártir de Dios, que siguiendo al Hijo Unigénito del Padre, has triunfado derrotando a los enemigos, y gozas ahora, como vencedor (vencedora), de los bienes del Cielo.
Purifica nuestras culpas; con el poder de tu plegaria, apártanos del contagio del mal y ahuyenta de nosotros el hastío de la vida.
Una vez despojado (despojada) del pesado yugo de tu cuerpo santo, líbranos también a nosotros de las ataduras del mundo, mediante el amor del Hijo de Dios.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, que te ciñeron con la corona eterna en el Palacio del Cielo. Amén.
Laudes: O castitatis signifer (para una virgen y mártir)
Oh, Cristo, modelo de castidad y fortaleza de los mártires, acoge benignamente nuestras súplicas y concédenos el Galardón de esas virtudes.
Nuestra alabanza se eleva hoy hacia esta virgen magnánima que, dichosa por doble motivo, consigue una y otra palma.
El brazo airado de su verdugo, viendo que confesaba la fe con tanta tenacidad, se ensañó con ella hasta que, al fin, entregó en tus manos su espíritu.
Y al darnos ejemplo de cómo se vencen las tentaciones del mundo, tanto las heridas de la crueldad como las de la vanidad, aprendimos a guardar íntegra la fe.
Amparados en su intercesión, te pedimos, Señor, que perdones todas nuestras deudas y, mientras retiras lo que nos instiga a pecar, haznos más dóciles a la gracia.
Gloria a Ti, Jesús que has nacido de la Virgen, y también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos sin término. Amén.
I y II Vísperas: Deus tuorum militum (para un mártir)
Oh, Dios, Herencia, Corona y Recompensa de tus soldados, quebranta las cadenas de las culpas de quienes proclamamos la gloria de este (esta) mártir.
Él (Ella) atestiguó con sus labios la fe que guardaba en su corazón y siguió a Cristo, hasta encontrarlo cuando dio, por Él, su propia sangre.
Siempre tuvo por efímeros los placeres del mundo y los halagos vanos, y de este modo, alcanzó el Reino de los Cielos.
Corrió intrépido (intrépida) al suplicio y lo soportó con entereza hasta que, habiendo derramando su sangre por el Señor, pasó a disfrutar de los Bienes eternos.
Por eso, acudimos a Ti, oh, Jesús clementísimo, para suplicarte que perdones las culpas de tus siervos, en el día del triunfo de este (esta) mártir.
Y así, participando de su mismo Premio, en comunión con todos los Bienaventurados, seamos felices también para siempre en nuestra Patria definitiva.
Alabemos y glorifiquemos sin cesar, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por lo siglos sin término. Amén.
I y II Vísperas: Virginis proles (para una virgen y mártir)
Oh, Hijo de María y Creador de tu Madre, a quien ella concibió y dio a luz, sin perder la gloria de su virginidad, mientras nosotros celebramos el triunfo de esta mártir, Tú no quieras desoír nuestras súplicas.
Porque esta santa, doblemente bienaventurada, sobreponiéndose a la debilidad de su condición femenina, logró que su cuerpo triunfara sobre la ferocidad del enemigo,
Y sin temer a la muerte ni a los variados tormentos que la acompañaron, mereció, una vez derramada su sangre, subir a lo más alto del Cielo.
Amparados en su intercesión, concédenos, Señor, el perdón de nuestras culpas y así, con limpieza de corazón, tras haber detestado nuestros pecados, hagamos resonar en tu honor el himno perenne de tu gloria. Amén.
26 de septiembre de 2022, memoria litúrgica de los santos Cosme y Damián, mártires.
Entrada dedicada a ellos y al Ordo martyrum.
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