El siguiente guion, con las necesarias modificaciones gramaticales, puede adaptarse también para la ordenación de dos o más candidatos.
Puede emplearse la Misa ritual «En la administración de las sagradas Órdenes», salvo que se trate de los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, de las solemnidades, de los días de la Octava de Pascua, o de una fiesta de los apóstoles. En estos casos, debe emplearse la Misa propia de tales días. Fuera de ellos, si no se emplea la Misa ritual, sino otra, puede, no obstante, proclamarse la segunda lectura de dicha Misa ritual. Se prohíbe la Ordenación episcopal el Miércoles de Ceniza, en los días de la Semana Santa, en el Triduo Pascual y en la Conmemoración de los Fieles Difuntos. (Cf. Ritual, 22, 23).
Introducción
Eres Tú nuestro Pontífice,
oh, Siervo glorificado,
ungido por el Espíritu,
de entre los hombres llamado.
Eres Tú nuestro Pontífice,
que tendiste la mano
a la mujer rechazada
y al ciego desamparado.
Eres Tú nuestro Pontífice,
el culto de los cristianos,
tu Palabra que acontece
y el Cuerpo sacrificado.
Eres Tú nuestro Pontífice,
morías en Cruz clavado
y abrías la senda nueva
detrás del velo rasgado.
Eres Tú nuestro Pontífice,
hoy, junto al Padre, sentado;
hoy por la Iglesia intercedes,
nacida de tu costado
Eres Tú nuestro Pontífice:
¡Cristo, te glorificamos!
¡Que tu santo Rostro encuentre
dignos de Ti nuestros cantos! Amén.
(Himno litúrgico de laudes para la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote).
Con las palabras de este himno de litúrgico, reunidos hoy en torno al santo Altar, queremos elevar nuestro corazón orante y agradecido a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, Pastor Supremo, Obispo de nuestras almas y Cordero inmaculado. Lo hacemos de modo particular en esta solemne Eucaristía, durante la cual será ordenado obispo el presbítero N, de esta (la) (arqui)diócesis de N. Él recibirá la plenitud del sacerdocio de la Nueva Alianza, y se incorporará al Colegio Episcopal como un nuevo sucesor de los apóstoles.
Preside esta Eucaristía como Ordenante principal, monseñor (cardenal) N, (arz)obispo de N. Concelebrarán con él N y N, (arz)obispos "coordenantes", además de otros hermanos en el Episcopado y sacerdotes.
Preside esta Eucaristía como Ordenante principal, monseñor (cardenal) N, (arz)obispo de N. Concelebrarán con él N y N, (arz)obispos "coordenantes", además de otros hermanos en el Episcopado y sacerdotes.
La Santa Misa se inicia con la procesión de entrada, de acuerdo con las normas litúrgicas. El ordenando ingresa entre los presbíteros y los obispos, al son de un cántico adecuado. Un diácono porta el Evangeliario (Cf. Ritual, 31, 67; Ceremonial de los Obispos -en adelante, CE-, 571), que deposita en el Altar hasta la proclamación del Evangelio. Esta santo Libro será empleado después durante el rito de ordenación. Cierra la procesión el Obispo ordenante junto con los diáconos que lo asisten.
Después del Saludo litúrgico con que comienza la Santa Misa, un presbítero lee el Mandato Apostólico, pero solamente si la celebración tiene lugar en la que será la Catedral del ordenando. Los presentes expresan su gratitud al Señor, con las siguientes palabras: "Demos gracias a Dios". (Cf. Ritual, 33, 38; CE, 573, 577).
Después del Saludo litúrgico con que comienza la Santa Misa, un presbítero lee el Mandato Apostólico, pero solamente si la celebración tiene lugar en la que será la Catedral del ordenando. Los presentes expresan su gratitud al Señor, con las siguientes palabras: "Demos gracias a Dios". (Cf. Ritual, 33, 38; CE, 573, 577).
Liturgia de la Palabra
Monición general para las lecturas
La siguiente monición general puede adaptarse para cualquier esquema de lecturas:
Gracias al fiel testimonio de los santos profetas y apóstoles, de sus sucesores y de todo el pueblo fiel, el Sumo Pontífice san Dámaso, en el siglo IV (Concilio de Roma, año 382), ha establecido el canon de los Libros inspirados que conforman las Sagradas Escrituras. Este es un tesoro precioso, siempre custodiado, interpretado y predicado por el Magisterio.
En comunión con la incontable multitud de testigos que nos precedieron, escuchemos esta Palabra de Dios, fundamento de la única fe que profesamos.
Monición general para las lecturas
La siguiente monición general puede adaptarse para cualquier esquema de lecturas:
Gracias al fiel testimonio de los santos profetas y apóstoles, de sus sucesores y de todo el pueblo fiel, el Sumo Pontífice san Dámaso, en el siglo IV (Concilio de Roma, año 382), ha establecido el canon de los Libros inspirados que conforman las Sagradas Escrituras. Este es un tesoro precioso, siempre custodiado, interpretado y predicado por el Magisterio.
En comunión con la incontable multitud de testigos que nos precedieron, escuchemos esta Palabra de Dios, fundamento de la única fe que profesamos.
Antes del Evangelio, aunque no se trate de domingos y solemnidades, se proclaman dos lecturas (la primera, como de costumbre, va seguida del correspondiente salmo).
En el momento de la proclamación del Evangelio, el diácono toma el Evangeliario del Altar y lo lleva en procesión hasta el ambón, entre ciriales y precedido del turiferario; luego de que el Evangelio ha sido proclamado, el mismo diácono lleva ese sagrado Libro al Obispo que preside, para que, si este lo considera oportuno, bendiga con él a la asamblea. Después, el diácono lo deposita nuevamente sobre el Altar hasta el Rito de ordenación.
Presentación del elegido (Ritual, 37-38; 73-74):
A continuación, el presbítero N, en nombre de la Iglesia particular, pide al Obispo que preside, que ordene al elegido.
Homilía (Ritual, 39, 75; CE, 578).
Liturgia de la Ordenación
Con la invocación del Espíritu del Señor, damos comienzo a la liturgia de Ordenación episcopal. Que el Santo Paráclito descienda sobre esta asamblea, reunida con sus pastores, para participar de tan solemne rito.
Puede cantarse el himno Veni Creator Spiritus (Ritual, 35, 71; CE, 575).
Promesas del elegido (Ritual, 24, 40, 76; CE, 579):
El candidato, en presencia de los Obispos, presbíteros, diáconos, (religiosos, religiosas) y laicos, manifiesta libremente su compromiso de ejercer el ministerio que la Iglesia le encomienda, según la voluntad de Cristo, en comunión con el Colegio Episcopal y bajo la Autoridad Suprema del Papa N, legítimo Sucesor del apóstol san Pedro.
Súplica litánica (Ritual, 24, 42, 78; CE, 580):
Los santos, estrellas vivientes del firmamento celestial, resplandecen en la gloria por su plena comunión con Cristo, Sol radiante del Amor eterno. Invoquemos a estos bienaventurados moradores de la Jerusalén celestial, pidiendo para el ordenando los dones de la perseverancia y de la humilde obediencia al Redentor y a la única Iglesia por Él fundada.
(Adviértase que en el formulario de letanías para la Ordenación episcopal, -Ritual, 8, 7, 13-, se menciona nominalmente a todos los apóstoles, de los que los obispos, por ser ordenados por Mandato Apostólico, son legítimos sucesores).
Imposición de las manos (Ritual, 25, 45, 81; CE, 582) y Plegaria de Ordenación epsicopal (Ritual, 25, 47, 83; CE, 584):
Ha llegado el momento culminante de esta solemne celebración:
El Obispo ordenante principal impondrá las manos sobre el candidato, repitiendo este signo heredado de Cristo y los apóstoles. Luego, harán lo propio los demás obispos.
Inmediatamente después, el mismo Obispo pronunciará, junto con sus hermanos en el Episcopado, la venerable Plegaria por la cual, junto con la imposición de las manos, conferirá a este elegido la plenitud del Sacerdocio de Cristo. De esta manera, quedará canónicamente integrado al Colegio Episcopal, cuyos miembros son auténticos sucesores de los santos apóstoles.
Durante el rezo de la Plegaria, dos diáconos colocarán abierto el Libro de los Evangelios sobre la cabeza del elegido, queriendo expresar que él deberá ser, a partir de hoy, gran maestro, pregonero incansable y defensor ejemplar del Evangelio de la Verdad. (Cf. Ritual, 26, 46, 47, 82, 83; CE, 583).
Unción de la cabeza (Ritual, 26, 49, 85; CE, 586):
El Ordenante principal unge con el Santo Crisma la cabeza del elegido, lo que quiere significar "la peculiar participación del obispo en el Sumo Sacerdocio de Cristo". (Cf. Ritual, 26).
En silenciosa oración, pidamos a Dios que este ungido suyo, halle más satisfacción en servir que en presidir el rebaño del Señor. (Cf. San Agustín, Sermón 340,1).
Entrega del Evangeliario (Ritual, 26, 50, 86; CE, 587):
El Ordenante principal entrega ahora al flamante obispo, el Libro de los Evangelios, recordándole que será, a partir de hoy, verdadero maestro del santo pueblo de Dios.
Consigna de las demás insignias episcopales
a) Entrega del anillo episcopal (Ritual, 26, 51, 87; CE, 588):
El Ordenante principal coloca al nuevo obispo el anillo, que representa la unión nupcial del elegido con la Iglesia y la fidelidad que a ella le debe, como Esposa inmaculada de Dios.
b) Entrega del palio -si es que el obispo goza de esta insignia- (Ritual, 52, 88; CE, 588):
El palio que a continuación recibe el ordenado, representa a la oveja perdida que él ha de salir a buscar y cargar paternalmente sobre sus hombros para devolverla al redil.
c) Colocación del solideo y de la mitra (Ritual, 26, 53, 89; CE, 588):
El mismo Ordenante principal coloca al ordenado el solideo, representativo de la reverencia debida a Dios, y la mitra, signo de la divina autoridad conferida al nuevo pastor para enseñar, gobernar y santificar a sus ovejas. Esta última recuerda también la corona inmarcesible que todo obispo habrá de recibir si permanece en fidelidad al Señor.
d) Entrega del báculo (Ritual, 26, 54, 90; CE, 588):
El nuevo sucesor de los apóstoles recibe el báculo, que simboliza el paternal cuidado con que debe apacentar a la porción del rebaño del Buen Pastor que la Iglesia hoy le encomienda.
e) Saludo del Colegio Episcopal (Ritual, 26, 56; CE, 590):
El Ordenante principal y todos los demás obispos saludan al recién ordenado y lo acogen fraternalmente como nuevo miembro del Colegio Episcopal.
Después de este saludo se reza o canta el Credo, que es obligatorio en los domingos o solemnidades; puede decirse en celebraciones particularmente solemnes como esta. (Cf. Instrucción General del Misal Romano, 68).
Unción de la cabeza (Ritual, 26, 49, 85; CE, 586):
El Ordenante principal unge con el Santo Crisma la cabeza del elegido, lo que quiere significar "la peculiar participación del obispo en el Sumo Sacerdocio de Cristo". (Cf. Ritual, 26).
En silenciosa oración, pidamos a Dios que este ungido suyo, halle más satisfacción en servir que en presidir el rebaño del Señor. (Cf. San Agustín, Sermón 340,1).
Entrega del Evangeliario (Ritual, 26, 50, 86; CE, 587):
El Ordenante principal entrega ahora al flamante obispo, el Libro de los Evangelios, recordándole que será, a partir de hoy, verdadero maestro del santo pueblo de Dios.
Consigna de las demás insignias episcopales
a) Entrega del anillo episcopal (Ritual, 26, 51, 87; CE, 588):
El Ordenante principal coloca al nuevo obispo el anillo, que representa la unión nupcial del elegido con la Iglesia y la fidelidad que a ella le debe, como Esposa inmaculada de Dios.
b) Entrega del palio -si es que el obispo goza de esta insignia- (Ritual, 52, 88; CE, 588):
El palio que a continuación recibe el ordenado, representa a la oveja perdida que él ha de salir a buscar y cargar paternalmente sobre sus hombros para devolverla al redil.
c) Colocación del solideo y de la mitra (Ritual, 26, 53, 89; CE, 588):
El mismo Ordenante principal coloca al ordenado el solideo, representativo de la reverencia debida a Dios, y la mitra, signo de la divina autoridad conferida al nuevo pastor para enseñar, gobernar y santificar a sus ovejas. Esta última recuerda también la corona inmarcesible que todo obispo habrá de recibir si permanece en fidelidad al Señor.
d) Entrega del báculo (Ritual, 26, 54, 90; CE, 588):
El nuevo sucesor de los apóstoles recibe el báculo, que simboliza el paternal cuidado con que debe apacentar a la porción del rebaño del Buen Pastor que la Iglesia hoy le encomienda.
e) Saludo del Colegio Episcopal (Ritual, 26, 56; CE, 590):
El Ordenante principal y todos los demás obispos saludan al recién ordenado y lo acogen fraternalmente como nuevo miembro del Colegio Episcopal.
Después de este saludo se reza o canta el Credo, que es obligatorio en los domingos o solemnidades; puede decirse en celebraciones particularmente solemnes como esta. (Cf. Instrucción General del Misal Romano, 68).
Ofertorio
El pan y el vino que se presentan a continuación, simbolizan la creación entera que, al unirse a la Oblación de Cristo Cordero, se convierte en ofrenda agradable al Padre.
Hasta los ángeles se estremecen de gozo ante la grandeza de este sacratísimo Misterio que ha llegado a nosotros a través del ministerio de los apóstoles y sus sucesores.
Se emplea el Prefacio de Ordenaciones I.
Cada una de las cuatro principales Plegarias Eucarísticas tiene alusiones propias para esta ocasión. (Cf. Ritual, 59, 95).
Comunión
Los familiares y amigos más cercanos al neobispo pueden recibir la Comunión bajo las dos especies. (Ritual, 60, 96).
Eucaristía, Sacramento admirable, por el que nació, se acrecienta y vive la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, que tiene su Sede en Roma, y que es la única que fundó el Salvador Jesucristo.
O bien:
"...así como el pan que procede de la tierra al recibir la invocación de Dios ya no es pan común, sino Eucaristía, compuesta de dos elementos, terreno y celestial, así también nuestros cuerpos, al recibir la Eucaristía, ya no son corruptibles, sino que tienen la esperanza de la resurrección eterna". (San Ireneo de Lyon, obispo y mártir).
Recibamos el Cuerpo y la Sangre del Señor, para que se
reavive la comunión entre nosotros y nuestros pastores; entre todos y el
Vicario de Cristo.
El Ordenante principal reza la Oración después de la Comunión.
Ritos finales
Bendición de la asamblea por parte del flamante obispo (Ritual, 61, 97; CE, 594):
El nuevo obispo, (verdadero pastor de esta diócesis), acompañado de sus ordenantes, se desplazará por entre las ovejas de la (su) grey, bendiciéndolas paternalmente.
Mientras tanto, se puede cantar el himno Te Deum u otro de acción de gracias.
Conviene impartir la Bendición Solemne propia. (Ritual, 63. 99; CE, 596).
Ritos finales
Bendición de la asamblea por parte del flamante obispo (Ritual, 61, 97; CE, 594):
El nuevo obispo, (verdadero pastor de esta diócesis), acompañado de sus ordenantes, se desplazará por entre las ovejas de la (su) grey, bendiciéndolas paternalmente.
Mientras tanto, se puede cantar el himno Te Deum u otro de acción de gracias.
Conviene impartir la Bendición Solemne propia. (Ritual, 63. 99; CE, 596).
Despedida
Hemos participado de esta celebración en la que se ha hecho patente la paternal solicitud de Dios por sus hijos. Expresemos pues, nuestra gratitud y nuestro gozo con la alegría del canto.
6 de enero de 2021, solemnidad de la Epifanía del Señor.
Entrada dedicada al Señor manifestado; a sus Padres; a los Magos de Oriente; al bendito Papa Juan Pablo II, que acostumbraba a presidir en este día sagrado la Santa Misa con el Rito de Ordenaciones episcopales; y a los santos obispos que partieron a la Casa del Padre un día como hoy, en diferentes años: Andrés Corsino, Raimundo de Peñafort y Melanio.
Entrada dedicada al Señor manifestado; a sus Padres; a los Magos de Oriente; al bendito Papa Juan Pablo II, que acostumbraba a presidir en este día sagrado la Santa Misa con el Rito de Ordenaciones episcopales; y a los santos obispos que partieron a la Casa del Padre un día como hoy, en diferentes años: Andrés Corsino, Raimundo de Peñafort y Melanio.
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