Para saber acerca del cumplimiento del precepto navideño en caso de ocurrencia o concurrencia con el dominical, ver aquí.
Para entender de qué manera de distribuyen las celebraciones cuando esta solemnidad o la de la Madre de Dios ocurren en domingo o concurren con él, ver aquí.
Particularidades litúrgicas del Tiempo de Navidad: ver aquí.
Formulario de Misa: ver aquí.
Ritos iniciales
Al rezar el Credo, todos se arrodillan en la referencia al Misterio de la Encarnación y del Nacimiento, "con una sola rodilla si se reza, con las dos si se canta", de acuerdo con lo que especifican las normas litúrgicas.
Oración de los fieles
Liturgia de la Eucaristía
Ritos finales
Notas
Es conveniente que preceda a esta Misa del Día santo de Navidad una solemne procesión. El Niño puede ser llevado en ella, pero de ninguna manera "reemplazando" la Cruz procesional, obligatoria para toda procesión litúrgica de entrada de la Misa.
De ser llevado el Niño, lo porta un diácono, un acólito o el mismo celebrante principal. La imagen del Divino Infante es colocada en el pesebre (o en otro lugar debidamente preparado -que en ningún caso puede ser el Altar-) e incensada por el celebrante principal.
De no entrarse en procesión con el Niño, igualmente su imagen ya presente en el Pesebre, o eventualmente en otro lugar, es incensada.
Recordar a los fieles que Hoy, 25 de diciembre, el Sumo Pontífice imparte la Bendición Urbi et orbi desde el balcón central de la Basílica vaticana. Quienes estén allí, o la escuchen por los medios de comunicación, pueden obtener una indulgencia plenaria, con las condiciones acostumbradas (Enchiridion indulgentiarum, concessio 4).
Introducción
I (Cf. San Juan Pablo II, Mensaje Urbi et orbi, Navidad de 2004)
Christus natus est nobis, venite, adoremus!
¡Cristo ha nacido por nosotros, vengan, a adorarlo! Venimos hacia Ti, en este Día solemne, dulce Niño de Belén, que al nacer has escondido tu divinidad para compartir nuestra frágil naturaleza humana. Iluminados por la fe, Te reconocemos como verdadero Dios encarnado por amor nuestro.
¡Tú eres el único Redentor del hombre!
Ante tu pesebre, donde yaces indefenso, que cesen tantas formas de creciente violencia, causa de indecibles sufrimientos; que se apaguen tantos focos de tensión, que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos; que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas, respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
Niño de Belén, Profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación, apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos, pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo. (...).
¡Por doquier se ve la necesidad de paz! Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz, ayúdanos a comprender que la única vía para construirla es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien.
¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra, vengan con confianza al pesebre del Salvador!
«No quita los reinos humanos quien da el Reino de los cielos» (cf. himno litúrgico). Lleguen para encontrarse con Aquél que viene para enseñarles el camino de la verdad, de la paz y del amor.
En este Día santísimo y solemne, todos estos sentimientos, se hacen Eucaristía.
O bien:
II (autoría de este blog)
I (Cf. San Juan Pablo II, Mensaje Urbi et orbi, Navidad de 2004)
Christus natus est nobis, venite, adoremus!
¡Cristo ha nacido por nosotros, vengan, a adorarlo! Venimos hacia Ti, en este Día solemne, dulce Niño de Belén, que al nacer has escondido tu divinidad para compartir nuestra frágil naturaleza humana. Iluminados por la fe, Te reconocemos como verdadero Dios encarnado por amor nuestro.
¡Tú eres el único Redentor del hombre!
Ante tu pesebre, donde yaces indefenso, que cesen tantas formas de creciente violencia, causa de indecibles sufrimientos; que se apaguen tantos focos de tensión, que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos; que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas, respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
Niño de Belén, Profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación, apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos, pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo. (...).
¡Por doquier se ve la necesidad de paz! Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz, ayúdanos a comprender que la única vía para construirla es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien.
¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra, vengan con confianza al pesebre del Salvador!
«No quita los reinos humanos quien da el Reino de los cielos» (cf. himno litúrgico). Lleguen para encontrarse con Aquél que viene para enseñarles el camino de la verdad, de la paz y del amor.
En este Día santísimo y solemne, todos estos sentimientos, se hacen Eucaristía.
O bien:
II (autoría de este blog)
“Puer natus est nobis, Filius datus est nobis” (1).
Regocijémonos con todos los Ángeles y Santos, porque “un Niño nos ha nacido, un Hijo Se nos ha dado”. Es Jesucristo, “Dios de Dios, Luz de Luz”.
Hoy María, la Aurora dorada por el Fuego del Espíritu, da a luz al Sol Viviente.
Hoy José, “Justo entre los justos”, adora y con razón, llama “Hijo” al Señor del universo, que el mismo Padre Eterno le ha encomendado.
Venid, naciones del mundo, acercaos al pesebre. El Cielo ha descendido a la Tierra. Creedlo Hoy más que nunca: ¡Dios está entre nosotros! Y no Se irá jamás.
O bien:
III (S.S. Francisco, Mensaje Urbi et orbi, Navidad de 2015)
¡Cristo nos ha nacido, exultemos en el Día de nuestra salvación!
Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este Día, que es Él mismo: Jesús es el «Día» luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. Día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, y sobre todo reconciliarse. Día de alegría: una «gran alegría» para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo (cf. Lc 2,10).
En este Día, ha nacido de la Virgen María, Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre Sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón".
Hagamos, pues presentes todos estos misterios en la solemne celebración de la Eucaristía de este santísimo Día de precepto.
Saludo litúrgico propio.
O bien:
III (S.S. Francisco, Mensaje Urbi et orbi, Navidad de 2015)
¡Cristo nos ha nacido, exultemos en el Día de nuestra salvación!
Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este Día, que es Él mismo: Jesús es el «Día» luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. Día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, y sobre todo reconciliarse. Día de alegría: una «gran alegría» para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo (cf. Lc 2,10).
En este Día, ha nacido de la Virgen María, Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre Sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón".
Hagamos, pues presentes todos estos misterios en la solemne celebración de la Eucaristía de este santísimo Día de precepto.
Saludo litúrgico propio.
Kyrie (Puede introducirse con los siguientes tropos o con otros):
Dulce Jesús, nacido del Padre en la Eternidad...
Divino Emmanuel, que pusiste tu morada entre los hombres...
Mesías anunciado, que como Pan has querido quedarte entre nosotros...
Gloria in excelsis
Este himno angélico puede ser introducido con el siguiente texto:
Proclamatio Iubilaei Magni (2).
“Les anuncio una gran alegría: Hoy es la Natividad de nuestro Señor Jesucristo según la carne. Anúncienlo también ustedes al universo: Brotó un Retoño de la Raíz de Jesé; ha nacido el Príncipe de la paz cuyo Reino no tendrá fin.
Es el Día del Nacimiento de nuestro Salvador, dispuesto por el Altísimo antes de todos los siglos, preparado por el Espíritu Santo.
Es el Día del Nacimiento temporal de la Luz eterna, prefigurada por los Patriarcas, prometida por los Profetas, esperada por el pueblo elegido, deseada por todas las criaturas.
Hoy, de María, la Virgen Madre, nació en el tiempo Cristo Jesús, para conducirnos a la eternidad del Padre: Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios.
Hoy brilla para nosotros el Día de la nueva redención, el Día esperado desde antiguo, el Día de la felicidad eterna.
Hoy se alegran los ángeles del Cielo, en los infiernos tiembla el enemigo del género humano, en la Tierra se levantan los hombres caídos, alegres por la esperanza de la salvación.
Exulte el santo, porque se acerca a la recompensa. Regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón. Anímese el pagano porque se lo llama a la vida.) (…) Alegrémonos todos, y asociados a los coros angélicos cantemos…”
Es el Día del Nacimiento de nuestro Salvador, dispuesto por el Altísimo antes de todos los siglos, preparado por el Espíritu Santo.
Es el Día del Nacimiento temporal de la Luz eterna, prefigurada por los Patriarcas, prometida por los Profetas, esperada por el pueblo elegido, deseada por todas las criaturas.
Hoy, de María, la Virgen Madre, nació en el tiempo Cristo Jesús, para conducirnos a la eternidad del Padre: Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios.
Hoy brilla para nosotros el Día de la nueva redención, el Día esperado desde antiguo, el Día de la felicidad eterna.
Hoy se alegran los ángeles del Cielo, en los infiernos tiembla el enemigo del género humano, en la Tierra se levantan los hombres caídos, alegres por la esperanza de la salvación.
Exulte el santo, porque se acerca a la recompensa. Regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón. Anímese el pagano porque se lo llama a la vida.) (…) Alegrémonos todos, y asociados a los coros angélicos cantemos…”
O si se prefiere, puede usarse alguna de las siguientes glosas introductorias:
Entonemos ahora “el canto nuevo, nacido del asombro y de la alegría de los ángeles por la llegada de Dios” (3).
O bien:
Colmados de gozo navideño, glorifiquemos a Dios, uniendo nuestra voz a la de los Santos, pues ellos son para el Evangelio, “lo que una partitura cantada es respecto de una partitura anotada” (4).
Primera lectura: Is. 52, 7-10
El Libro de Isaías profetiza que todo el mundo será partícipe de la victoria del Señor (5).
(Conviene que se procure el canto del salmo completo).
(Conviene que se procure el canto del salmo completo).
Segunda lectura: Heb. 1, 1-6
El autor de la Carta a los Hebreos nos anuncia una nueva etapa de la historia: (Todos los ministros de Dios, “dejan paso” al mismo Señor, que nos habla en la Persona de su Divino Hijo).
Evangelio: Jn. 1, 1-18
(Las lecturas anteriores se refieren al “triunfo de nuestro Dios”. El noble Juan Evangelista nos explica en qué consiste dicho triunfo: “Verbum caro factum est”) “El Verbo Se hizo carne”. Y (más aun: “…habitavit in nobis”) “…habitó entre nosotros” (6). Aclamemos pues, al Verbo de Vida, ahora presente en su Palabra.
Al rezar el Credo, todos se arrodillan en la referencia al Misterio de la Encarnación y del Nacimiento, "con una sola rodilla si se reza, con las dos si se canta", de acuerdo con lo que especifican las normas litúrgicas.
Oración de los fieles
R. Adoramus te, Domine (Te adoramos, Señor)
-Porque la Iglesia Católica Te reconoce en la Palabra y el Pan, y desea crecer en santidad, alimentándose de tu Presencia, Te afirmamos con fe…R.
-Porque el Santo Padre N, Hoy es el primero en postrarse ante Ti, en presentarte las necesidades del mundo y en invitarnos a hacer lo propio, Te afirmamos con sinceridad…R.
-Porque mientras muchos hermanos aún no Te conocen, y otros, conociéndote, se han alejado de Ti, nosotros confesamos que Hoy Tú naciste por todos, Te afirmamos con esperanza…R.
-Porque desde muchas partes del mundo llega hacia tu Corazón compasivo el clamor de hombres y mujeres que sufren, y sabemos que no permaneces indiferente, Te afirmamos con confianza…R.
-Porque en este Día santo recordamos más intensamente a nuestros difuntos, y oramos por que vivan para siempre en Ti, Te afirmamos con fervor…R.
Liturgia de la Eucaristía
Ofertorio
Que María y José, la ofrenda más agradable que la humanidad ha hecho a Jesús, nos iluminen para adoptar siempre una actitud de servicio y entrega, sobre todo en este momento del Ofertorio de Navidad.
Comunión
En el incomparable esplendor de la Navidad, Tú vienes a nosotros, oh, dulce Emmanuel. Haz que Te recibamos con un corazón bien dispuesto.
Antes, se dice:
“Al Rey de los reyes, da a luz la Virgen santa. ¡Oh, admirable prodigio! (7). Más admirable es el hecho de que ese mismo Rey, que Hoy ha nacido, sea ahora Sacramento de Amor. Confesamos con todo nuestro ser este Misterio inefable.
Ritos finales
El celebrante principal imparte la Bendición solemne de Navidad.
Despedida
Despedida
Hermanos, ¡alegrémonos! Hoy el Señor ha nacido como uno de nosotros. Desde ahora, la historia de Dios es la historia de los hombres.
Notas
1. Is. 9, 5a.
2. Cf. Liturgia papal de Navidad, del Jubileo del Año Santo 2000. Por razones obvias, en el texto que transcribo, he omitido las alusiones jubilares.
3. Su Santidad Benedicto XVI, Homilía en la Misa de Nochebuena, el 24 de diciembre de 2008.
4. San Francisco de Sales (citado en la Relación del cardenal canadiense Marc Ouellet, relator general, en la primera congregación de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, el 6 de octubre de 2008).
5. Cf. v. 10.
6. Jn. 1, 14a.
7. Secuencia Laetabundus exultet, usada antiguamente en las celebraciones de Navidad, siglo XI.
Fuente: Adaptación del guion de la obra Jesucristo y el Don de Sí mismo. "Guiones para las celebraciones litúrgicas".
17 de diciembre de 2013, inicio de la "semana santa de Navidad" (Cf. Liturgia de las Horas de la Conferencia Episcopal Argentina), que es la segunda etapa del Adviento.
VIII centenario de la muerte terrena de San Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 15/12/22).
VIII centenario de la muerte terrena de San Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 15/12/22).
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