Un triple jubileo de la beata Ana Catalina Emmerick, vidente, ha enriquecido el Año de la Oración 2024. Se cumplen 250 años de su bendito natalicio (8/9/1774), el bicentenario de su piadosa muerte (9/2/1824) y las dos décadas de su solemne beatificación por san Juan Pablo II (3/10/2004).
Para conocer a esta beata del todo singular, nada mejor que leer su Autobiografía y sus Revelaciones, que tan espiritualmente provechosas han sido para las almas de varias generaciones. Leer y meditar esas páginas es abrir el corazón a la más segura doctrina y a la más auténtica piedad de nuestra bendita fe católica.
De origen campesino y nula formación, tanto la vida de la bienaventurada como el relato de sus Revelaciones -dictadas por obediencia al poeta romántico Clemente Brentano-, fueron ofrenda agradable a Dios y fuente de agua pura y cristalina para los sedientos de fe.
Cristo, con cuyos estigmas la beata también fue agraciada (29/12/1812), quiso que se cumplieran en su humilde sierva, (conocida como 'la estigmatizada de Dülmen'), las palabras con las que Él había ensalzado a su Eterno Padre:
Te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y las revelaste a los que son como niños (Mt. 11, 25).
Roguemos a esta hija ejemplar de la Iglesia, que ilumine aunque sólo sea con un rayo de la gloria celestial, donde ya ha sido coronada, a los que aún peregrinamos en medio de peligros hacia la Jerusalén celestial:
ORACIÓN A LA BEATA
"Beata Ana Catalina Emmerick, que desde pequeña obtuviste, por tu gran humildad y por tu profunda fe, una permanente comunicación con el mundo espiritual, a tal punto que las puertas del Cielo parecían siempre abiertas para ti.
Tú, que veías escenas de la Vida de nuestro Señor Jesucristo, de la Santísima Virgen y de los santos de todos los tiempos...
Tú, que vivías en permanente comunicación con tu ángel de la guarda...
Tú, a quien Dios otorgó un vasto conocimiento de las Sagradas Escrituras a la vez que reveló los profundos misterios que ellas atesoran, cual perlas preciosas...
Tú, que amaste a la Iglesia como verdadera Madre, indicaste las figuras que la profetizaron, relataste sus vicisitudes a lo largo de los siglos y predijiste tanto las persecuciones y luchas de los últimos tiempos como la victoria y la glorificación final...
Escucha nuestros ruegos, oh, Ana Catalina, siempre dispuesta a proveer la ayuda temporal y, sobre todo, el auxilio espiritual a los necesitados:
Enséñanos a amar filialmente a la Iglesia y al Papa, y a vivir plenamente la comunión con ellos...
Enséñanos a vivir con humildad nuestra fe, a rechazar con determinación el mal y a servir con amor a Dios y al prójimo...
Enséñanos a aceptar con entrega las pruebas de cada día y a ofrecerlas con generosidad por la conversión de los pecadores y por la glorificación de las Almas del Purgatorio.
Que en tu precioso legado todos encuentren una puerta segura de acceso a la Palabra de Dios y sus misterios, un recinto de encuentro y comunión con la Iglesia triunfante y gran ardor apostólico para proclamar ante el mundo el amor y las maravillas del Dios de los portentos.
Beata Ana Catalina Emmerick, recuérdanos cada día la meta de nuestro caminar y ruega por nosotros. Amén".
Oración conclusiva
"Dios de los humildes y sencillos, que revelaste las riquezas insondables de la fe católica a la beata Ana Catalina Emmerick, virgen, haz que, inspirados en sus visiones e iluminados por su intercesión, nos configuremos cada vez más con el Misterio de Cristo Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
9 de febrero de 2024, 20. 30: en el día y hora del bicentenario de la muerte terrenal de la beata Ana Catalina Emmerick, virgen.
Entrada dedicada a ella.
Imagen de cabecera de la entrada: cortesía de Leonel Maldonado, fiel devoto de la beata.
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