El 21 de abril del Año Santo del Jubileo 2025, a las 7. 35 am, hora de Roma, en el "Lunes del Ángel", perteneciente a la Infraoctava de Pascua, el Sumo Pontífice Francisco ha dejado este mundo para partir hacia la eternidad.
Su último don fue impartir, en el Domingo de Resurrección, la tradicional Bendición Urbi et Orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, en donde se había presentado ante el mundo, luego de ser elegido Sucesor de Pedro, el 13 de marzo de 2013. Entonces, como es tradición, también había impartido desde allí esa misma Bendición, para luego rogar a los fieles presentes física y espiritualmente, que lo bendijeran y oraran por él. Esa petición la hizo suya en cada encuentro público o privado, hasta la muerte.
Dejémonos interpelar por la vida austera del Papa argentino. Que su amor por quienes han sido descartados por la sociedad inspire en nosotros un sincero acto de contrición acerca de cómo ponemos en práctica el mandamiento de la caridad fraterna.
Hoy nos corresponde pedir a Cristo Resucitado, que es nuestra Esperanza, que premie a este Vicario suyo con el eterno galardón reservado a los servidores fieles y humildes. Y también que nos enseñe a transitar por el camino de la verdadera caridad, tras las huellas indelebles que ha trazado el primer Papa del continente de la esperanza.
Su Pontificado, enmarcado simbólicamente entre dos Bendiciones Urbi et Orbi, realmente es para la humanidad, otro gesto paternal de la misericordia de Dios, el Supremo Pastor que, a lo largo de las generaciones y por medio de sus elegidos, conduce hacia las praderas del Cielo al rebaño de la humanidad redimida por Cristo.
Requiem æterna dona ei, Domine. Et lux perpetua luceat ei. Pontificis anima nostri, per misericordiam Dei, requiescat in pace. Amen.
22 de abril del Año Santo 2025, martes de la Infraoctava de Pascua.
Sede Apostólica Vacante.
Entrada publicada en honor de Su Santidad Francisco, de venerada memoria (17/12/1936-21/4/2025).
¡Maravilloso!
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