Formulario de Misa: ver aquí.
Ciclo B
Introducción
Luego de las grandes festividades natalicias, iniciamos nuevamente el tiempo litúrgico llamado "Ordinario", en el que no celebramos ningún aspecto en particular de la Vida del Señor, aunque en cada Santa Misa, realicemos el memorial de todos y cada uno de sus misterios
De hecho, «la obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el Altar el Sacrificio de la Cruz, por medio del cual Cristo, que es
nuestra Pascua, ha sido inmolado» (Constitución Dogmática, Lumen
Gentium, 3).
"La Misa es el memorial de su Pascua, del 'éxodo', que ha realizado por
nosotros, para sacarnos de la esclavitud e introducirnos en la tierra
prometida de la Vida eterna. No es solamente un recuerdo. (...). Es hacer presente aquello que ha sucedido hace veinte siglos atrás". (S.S. Francisco, Audiencia general, 22/11/17).
Son las palabras del Papa Francisco que predisponen nuestro corazón para esta Santa Misa del día del Señor.
Primera lectura: I Sam. 3, 3b. 10-19
Esta primera lectura nos invita a ponernos a la escucha del Señor como Samuel. Digamos pues, como él:
"Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Segunda lectura: I Cor. 6, 13c-15a. 17-20
Desde
la creación del hombre, el cuerpo humano, animado por el aliento divino
del Espíritu, es la más respetable de la criaturas. Desde la
Encarnación del Verbo y la consecuente Ofrenda de su Vida, el cuerpo,
-más aún, la persona humana- se convierte en la realidad más sagrada que
pueda existir en la creación, si se exceptúan los santos ángeles.
Evangelio: Jn. 1, 35-42
Ojalá también nosotros, como los apóstoles, podamos exclamar con gozo: "Hemos encontrado al Mesías". Y que como ellos, ayudemos a que otros hermanos Lo encuentren y Lo reconozcan como el Cordero de Dios que se sacrifica por todos.
Oración de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el Papa Francisco el 19 de noviembre de 2017, en ocasión de la "I Jornada Mundial de los pobres", por él instituida:
A Dios, Padre bueno y providente, elevemos confiados nuestra oración.
R. Te rogamos que nos oigas.
-Infunde tu Espíritu, Padre, sobre la Iglesia: consérvala íntegra en la fe, para que camine en la esperanza y sea siempre animada por la auténtica caridad. R.
-Mira, Padre, al Papa N, obispos y sacerdotes: que participando cada vez más de los sentimientos de Cristo, nuestro Señor, conformen su vida al Misterio que celebran en el Altar. R.
-Asiste, Padre, a tus hijos que viven en la indigencia: dónales el consuelo de tu amistad y la compañía de hermanos atentos y generosos. R.
-Guía, Padre, las opciones de los gobernantes: líbralos de los intereses personales, para que promuevan la dignidad y el bien de cada hermano. R.
-Convierte con tu gracia, Padre, el corazón de cada hombre: que ninguno quede prisionero del pecado y a todos sea anunciada la esperanza de la Vida eterna. R.
Oración conclusiva
"Escucha, oh, Padre, la voz de tus hijos, y en tu bondad, cólmalos de tu amor. Por Cristo, nuestro Señor. Amén."
-Infunde tu Espíritu, Padre, sobre la Iglesia: consérvala íntegra en la fe, para que camine en la esperanza y sea siempre animada por la auténtica caridad. R.
-Mira, Padre, al Papa N, obispos y sacerdotes: que participando cada vez más de los sentimientos de Cristo, nuestro Señor, conformen su vida al Misterio que celebran en el Altar. R.
-Asiste, Padre, a tus hijos que viven en la indigencia: dónales el consuelo de tu amistad y la compañía de hermanos atentos y generosos. R.
-Guía, Padre, las opciones de los gobernantes: líbralos de los intereses personales, para que promuevan la dignidad y el bien de cada hermano. R.
-Convierte con tu gracia, Padre, el corazón de cada hombre: que ninguno quede prisionero del pecado y a todos sea anunciada la esperanza de la Vida eterna. R.
Oración conclusiva
"Escucha, oh, Padre, la voz de tus hijos, y en tu bondad, cólmalos de tu amor. Por Cristo, nuestro Señor. Amén."
A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
"Oh, Dios, que revelas los signos de tu presencia en la Iglesia, en la liturgia y en los hermanos, haz que no escuchemos en vano ninguna de tus palabras, para reconocer tu proyecto de salvación, convirtiéndonos en apóstoles y profetas de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
Presentamos el pan y el vino. Son alimento terrenal y serán Alimento celestial. Pero no cualquiera sino el Cordero que es sacrificado y muere para que tengamos vida en abundancia.
Comunión
"El Señor Jesús, haciéndose Pan partido por nosotros, derrama sobre cada uno toda su misericordia y su amor, como lo ha hecho en la Cruz,
para así renovar nuestro corazón, nuestra existencia y el modo de
relacionarnos con Él y con los hermanos. (S.S. Francisco, Audiencia general, 22/11/17).
Despedida
El Maestro nos ha enseñado dónde vive y dónde encontrarlo: en cada Altar, en cada sagrario y en cada hermano, especialmente en los que más sufren. No dejemos de buscarlo jamás.
9 de enero de 2018, martes de la I semana del Tiempo Ordinario.
Entrada dedicada a Cristo, Cordero de Dios.
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