El siguiente artículo ha sido traducido del portugués al español, y fue escrito por el famoso sacerdote brasilero Paulo Ricardo.
Exhorto a los lectores a visitar su Página y a seguirlo en las redes pues es admirable su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Sinceramente, no he conocido un sacerdote que esté en tan plena y absoluta comunión con lo que cree y enseña nuestra Santa Madre Iglesia.
He aquí el texto por él escrito:
Los frescos de Luca Signorelli sobre el fin del mundo, expuestos en la Capilla de San Brizio, en la Catedral de Orvieto, traducen un aspecto dramático de la historia humana: la actuación del Anticristo.
Para la Tradición de la Iglesia, expresada de manera explícita en la Didajé (el primer catecismo de los cristianos), este ser sería el 'seductor del mundo', es decir, aquel que 'aparecerá como el hijo de Dios, y hará milagros y prodigios; la Tierra será abandonada en sus manos, y realizará iniquidades como nunca hubo'.
Desde hace tiempo, la fe acerca del Juicio final y la existencia del demonio, se ha tornado obsoleta.
Muchísimas prédicas se centran únicamente en la afabilidad de Dios y en su misericordia. En efecto, una vez que se excluyen la Justicia divina y la seducción diabólica de la catequesis cristiana, se abre el camino de la banalización del mal pues si el cristiano ya no habla sobre el Infierno sino solamente sobre la ternura de Dios, esto significa que el cambio de vida para estar de acuerdo con los designios de Dios, no es necesario.
Al final de cuentas, 'si Dios es amor y todo lo perdona' -concluyen algunos-, ¿qué sentido tiene preocuparse por el pecado?
Ese triste relativismo es una tendencia muy de moda en los tiempos actuales, sobre todo en lo que dice respecto de los valores innegociables de la fe católica y de las persecuciones que la Iglesia sufre.
En lugar de oponerse al mundo, la persona prefiere no tomar partido en ninguna situación para poder agradar a todos aunque esto signifique negar la verdad. El Catecismo de la Iglesia Católica denuncia que esa es una actitud genuinamente diabólica: '...la impostura religiosa suprema es la del Anticristo; esto es, 'la de un pseudomesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo en lugar de Dios y de su Mesías que vino en la carne'. (CIC, 675).
El perfil del Anticristo, según el cardenal teólogo Giacomo Biffi, presenta 'altísimas demostraciones de moderación, de desinterés y de activa beneficencia'. Además de eso, es un pacifista nato, con grandes preocupaciones ecológicas y humanitarias. De acuerdo con la concepción que tiene, niega perentoriamente la moral cristiana, pues, ella sería causa de divisiones.
En líneas generales, el Anticristo trae una promesa de liberación y triunfo político, o sea, un mesianismo secularizado como el que proponen por ahí algunas corrientes teológicas.
Ese falso misticismo fue condenado diversas vec hoy te tues por el Magisterio de la Iglesia, como por ejemplo, en la encíclica Divini Redemptoris, del Papa Pío XI sobre el comunismo ateo.
Es curioso -y terrible al mismo tiempo- percibir que en una época en la que ya no se habla más del Anticristo, del Diablo y del Juicio Final, sino simplemente de 'amor' y tópicos, el número de actos violentos, bélicos y de otros males, es absurdamente enorme como nunca antes.
C. S. Lewis, autor de las Crónicas de Narnia, escribe en su libro Cartas del diablo a su aprendiz, que la mejor manera del demonio de conquistar el mundo, es haciendo que la humanidad no crea en él.
Ahora, es muy común encontrar a cristianos que predican el amor pero son incapaces de protestar contra el aborto.
Personas que hacen campañas y proponen prisiones a agresores de animales pero ni siquiera se preocupan por el mendigo de la puerta de su casa.
Los católicos que dicen amar a Jesús sin ser negligentes con el pecado no perciben que con eso, también ellos son responsables de las llagas de Cristo en la Cruz.
El entonces cardenal Joseph Ratzinger, en el Vía Crucis de 2005, denunció: 'No se puede seguir banalizando el mal cuando vemos que sufren quienes están hechos a imagen y semejanza del Señor'. Y no obstante, el mal es lo que más se practica hoy, y por personas que se dicen cristianas.
20 de noviembre de 2022, solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.
Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano.
Entrada dedicada a Cristo, Dios y Rey eternamente joven.
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