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martes, 21 de abril de 2015

Guion: Domingo IV de Pascua





 
Formulario de Misa: aquí.
 
 
Ciclo B

Introducción

Hermanos, desde la reforma litúgica felizmente propiciada por el Concilio Vaticano II, este Domingo se llama "Cuarto de Pascua", y está dedicado a la elocuente figura de nuestro Señor Jesucristo como "Buen Pastor" que apacienta a su rebaño y lo conduce a las "verdes praderas de la eternidad".

En este clima de alegría pascual, celebremos la Eucaristía en la que nuestro amado Redentor y Buen Pastor se hace Cordero y se inmola, ahora de modo incruento, para redimir a las ovejas que el Padre Le ha confiado. Pidamos insistentemente el reflorecimiento de las vocaciones para el bien de la viña del Señor.

El Misal ofrece al sacerdote un saludo inicial propio que menciona a "nuestro Buen Pastor Resucitado".
Conviene que  en lugar del Acto penitencial tenga lugar el Rito de la bendición y aspersión del agua (Cf. Institutio Generalis Missalis Romani, 51).

Pero si se opta por el Acto penitencial, se puede introducir con las siguientes palabras: 

Hermanos, pidamos al gran Pastor de las ovejas que su Espíritu siga soplando en la Iglesia, para que ella pueda dar testimonio entre los pueblos del amor a Dios y a todo hermano.
Al inicio de esta celebración eucarística, invoquemos la misericordia del Señor, fuente de reconciliación y comunión.
 (Cf. Santa Misa conclusiva del Sínodo de los Obispos, presidida por el Papa Francisco, el 27 de octubre de 2024, en el Año de la Oración)
 
Se canta o recita el himno Gloria in excelsis.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Hech. 4, 8-12

Jesucristo resucitado es el Médico celestial que cura en nosotros toda dolencia.

Segunda lectura: I Jn. 3, 1-2

La Resurrección de Jesucristo ha puesto de manifiesto el amor eterno e incondicional de Dios Padre hacia Él y hacia nosotros.

Evangelio: Jn. 10, 11-18

Jesús es el Buen Pastor que ha dado voluntariamente la vida por sus ovejas y las ha librado de las fauces del Enemigo infernal.

Se dice el Credo.


Oración de los fieles

Las siguientes preces puntualmente, y todo este guion en general, tienen como hilo conductor el Misterio Pascual del Señor. El objetivo es que no pase desapercibida la unidad del santo tiempo que constituye la "Cincuentena pascual".

R. Óyenos, Padre. Somos el rebaño de tu Hijo.

-Para que la Pascua de Cristo, Buen Pastor, infunda en la Iglesia nuevo ardor misionero y le inspire exitosos proyectos de ayuda a los más desfavorecidos. R.

-Para que la Pascua de Cristo, Pastor Supremo, robustezca la fe del Sucesor de Pedro, por la que el Resucitado oró a su Padre en los tiempos de la Iglesia naciente. R.

-Para que la Pascua de Cristo, Divino Sembrador del Reino, haga brotar en el vasto campo de la Iglesia numerosas semillas de vocaciones sacerdotales, religiosas, contemplativas y de especial consagración. R.

-Para que la Pascua de Cristo,  Rey de la unidad, reúna a las ovejas dispersas y haga volver al redil a las que se habían perdido. R.

-Para que la Pascua de Cristo, el Viviente, y la intercesión de su Madre, Virgen del Amor y del Buen Consejo, obtenga a los difuntos la remisión total de sus penas. R.

Se propone como oración conclusiva de las preces, la siguiente "colecta alternativa para el Ciclo B", tomada del Misal de la Conferencia Episcopal Italiana y traducida al castellano. La recita el sacerdote. Se ha cambiado la conclusión larga (propia de la colecta de toda Misa) por la breve, típica de las demás oraciones:

"Oh, Dios, Creador y Padre, que haces resplandecer la gloria del Señor Resucitado, cuando en su nombre es sanada la enfermedad de la condición humana, reúne en la unidad de la única familia, a todos los hombres dispersos,  para que, adhiriéndose a Cristo, Buen Pastor, saboreen la alegría de ser tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor."


Liturgia de la Eucaristía


Ofertorio


Porque somos el rebaño de Dios, reconocemos el cayado de Cristo, Buen Pastor Resucitado. Pidamos hoy la gracia de no alejarnos del redil de la comunión con Él y presentemos los dones de nuestra tierra con los que la Iglesia actualiza el Sacrificio del Señor, garantía de dicha comunión.


El sacerdote puede optar por cualquiera de los Prefacios de Pascua, con la expresión "pero más que nunca en este tiempo".

Comunión

Jesús, Único Pastor de la humanidad, a la que adquirió al precio de su Sangre, vela por cada una de sus ovejas. Y para que permanezcan en el redil y se vean libres de los depredadores, les da ahora el Pan de Vida y unidad, exquisito Alimento del rebaño.

Conviene que el sacerdote imparta la Bendición solemne de Pascua.

Es oportuno saludar a María con el canto o la recitación de la antífona Regina caeli.


Despedida
 
Somos las ovejas congregadas en un único rebaño, fortalecidas con los pastos vivificantes de la Palabra y el Pan del Cielo. Vamos ahora en busca de las que están heridas, dispersas o perdidas, para restituirlas al redil de la Madre Iglesia.

 
20 de abril de 2015, en la conmemoración de santa Inés de Montepulciano, virgen.
(Última actualización de la entrada: 26/10/24). 
  

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