La liturgia anterior al Concilio Vaticano II preveía una "preparación" de tres semanas para el Tiempo de Cuaresma. Los domingos a partir de los que dicha preparación se estructuraba, eran los tres anteriores al primero de Cuaresma y por ello, eran denominados progresivamente "de Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima". Desde el Domingo I de Cuaresma o "de Cuadragésima" (si seguimos empleando esa misma terminología), a causa de la austeridad de este tiempo penitencial, se omitían todos los signos litúrgicos y expresiones que pudieran expresar júbilo o alegría, entre los que se encontraba el canto o la recitación del "Aleluya". Este era "despedido" en la liturgia de ese mismo primer Domingo cuaresmal pues no se cantaría, como también ocurre hoy, hasta la Noche de Pascua . Tal "despedida" tenía en algunos casos hasta un Oficio propio, como puede apreciarse en el Rito Hispano-Mozárabe, que conserva un venerable y antiquísimo himno del siglo VII: Alleluia piis edite laudibus. Pieza selecta, en la que se puede reconocer la más fervorosa y delicada inspiración poética, este himno se emplea en las I Vísperas, Laudes y II Vísperas de dicho Domingo I de Cuaresma.
La "Despedida del Aleluya", en algunos lugares llegó incluso a ser "tomada" de la liturgia y acogida por la piedad popular. Hay regiones donde aún hoy se realiza un simulacro de "entierro" del Aleluya, como si de un ser vivo se tratase. Para profundizar sobre el tema, ver aquí.
Puntualmente, en la liturgia cuaresmal que rige en el Rito Romano, el Aleluya está prohibido desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Vigilia Pascual exclusive. Fuera de ese lapso, y sobre todo, en el Tiempo Pascual, parece oportuno rescatar este himno, si no en el ámbito de la liturgia, al menos para actos piadosos y devocionales:
HIMNO (se cantaba en las I Vísperas del Domingo I de Cuaresma): Alleluia piis edite laudibus
Cantad Aleluya en respetuosa alabanza;
ciudadanos del Cielo, entonad unánimemente,
un Aleluya sin fin.
Poderes que estáis ante la Luz eterna
cantando himnos en coros,
haced que resuene hasta lo alto
un Aleluya sin fin.
La Ciudad Santa se levanta hacia Dios,
y con alegres cánticos armoniosos proclama
un Aleluya sin fin.
Con felices canciones se alegran,
entregando al Señor con voz agradecida,
un Aleluya sin fin.
Almas resplandecientes,
que habéis alcanzado la Patria celestial,
vencedores al fin, vuestro canto seguirá siendo
un Aleluya sin fin.
Allí, con gran clamor, resuenan por siempre
las melodías que en honor de su Rey cantan
un Aleluya sin fin.
Este es el dulce descanso para los exhaustos;
el deleite para los que vuelven; la alegre comida
y la bebida que nunca se acaba:
un Aleluya sin fin.
A Ti, por Quien han sido hechas todas las cosas,
te alabamos y entonamos con los más dulces sonidos,
un Aleluya sin fin.
A Ti, omnipotente Cristo,
cantan nuestras voces tu gloria.
A Ti te decimos: Aleluya sin fin.
Aleluya sin fin. Amén.
ORACIÓN CONCLUSIVA
Aleluya en el cielo y en la tierra,
se perpetúa en el cielo, se canta en la tierra,
allí suena siempre, aquí también fielmente;
allí, perennemente, aquí con suavidad;
allí con felicidad, aquí con concordia;
allí inefablemente, aquí con afecto;
allí sin versos, aquí con rimas.
Allí por los ángeles, aquí por todos los pueblos.
Pues, así como no solo en el cielo cantaron alabanzas
los ciudadanos del cielo al nacer nuestro Señor Jesucristo
sino que también en la tierra anunciaron gloria a Dios en el cielo
y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad,
te pedimos, Señor, que los que imitamos en la tierra
el deslumbrante ministerio de esas alabanzas
merezcamos compartir con aquellos la dicha de la salvación.
BENDICIÓN (se recitaba en las II Vísperas del Domingo I de Cuaresma):
Aleluya, que esta palabra sagrada y alegre, resuene como alabanza a Dios en los labios de todos los pueblos.
R. Amén.
Que así como armoniosamente los ángeles dan gloria con ella, las voces de los creyentes dulcemente la entonen.
R. Amén.
Y que lo que sin estrépito reluce en los ciudadanos del cielo, fructifique en vuestros corazones como amor pleno.
R. Amén.
Por la misericordia del mismo Dios nuestro, que es bendito y vive y todo lo gobierna, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Con las siguientes palabras se "despedía" el Aleluya en Laudes:
Cf. Sal 90,11
V. Te vas, Aleluya. Que tengas buen viaje, Aleluya.
R. Y vuelvas contento a visitarnos, Aleluya.
V. Que los ángeles te lleven en sus brazos para que tu pie no tropiece en piedra alguna.
R. Y vuelvas contento a visitarnos, Aleluya.
V. Gloria y honor al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
R. Y vuelvas contento a visitarnos. Aleluya.
Cf. Sal 19,3
V. Que el buen ángel del Señor te acompañe, Aleluya, y te prepare un agradable viaje.
R. Y vuelvas contento a visitarnos, Aleluya.
V. Que te envíe su socorro desde su santuario; que sea desde Sión tu apoyo.
R. Y vuelvas contento a visitarnos, Aleluya.
V. Gloria y honor al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
R. Y vuelvas contento a visitarnos, Aleluya.
Fuente: Breviarium Gothicum. Texto extraído del "Rito de la Despedida del Aleluya", según la Liturgia Hispano-Mozárabe:
http://companerosdejesus.es/Despedida%20del%20aleluya.pdf
3 de abril de 2021, Santísima Noche de Vigilia de la portentosa Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Entrada dedicada a Él, Aleluya viviente del Padre.
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